Irrumpió en la segunda mitad del siglo XVIII, en tiempos convulsos, revolucionarios, de hastío hacia la burguesía adinerada frente a la pobreza reinante en el pueblo, castigado por la hambruna y la más extrema miseria. En una época en donde la razón fue la luz que iluminó la conciencia racional de Europa para enterrar las viejas costumbres y empezar un mundo nuevo que, paralelamente, también se estaba dando en el nuevo mundo; la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. 

Fue una mujer que si la situáramos en los años cincuenta del siglo XX en España, por sus ideales y forma de entender la vida, sería vista como una loca, descarada y exenta de modales, irrespetuosa con los estándares patriarcales establecidos. En cambio, sí que hubiera encajado a principios del siglo XX, casi ciento cincuenta años después de su nacimiento o, en nuestra época actual. Es lo que tiene ser una adelantada a su tiempo, que podría adaptarse en cualquier país y/o cronología siempre y cuando la igualdad entre la mujer y el hombre se dé por hecho. 

Hablo de Mary Wollstonecraft: feminista, librepensadora, escritora, filósofa, contestataria, rebelde… ante sus contemporáneos. Respondió en su obra “Vindicación de los derechos del hombre, en una carta al Muy Honorable Edmund Burke; ocasionada por sus reflexiones sobre la Revolución Francesa” (1790) al propio escritor quien criticaba lo acontecido en Francia con un extremo conservadurismo, aunque el “zaskas” también iba dirigido a “Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello” (1756), en donde Burke argumentó: 

belleza + debilidad = feminidad
sublimidad + fuerza = masculinidad. 

He aquí un fragmento de su respuesta a Edmund B. en “Vindicación de los derechos del hombre…”:

“Puede que haya convencido [a mujeres] de que la menudez y la debilidad son la misma esencia de la belleza; y que el Ser Supremo, al darle a las mujeres belleza en un grado supereminente [sic], parece ordenarles que, según la poderosa voz de la Naturaleza, no cultiven las virtudes morales que puedan correr el riesgo de provocar respeto e interferir con las sensaciones agradables que deben inspirar porque fueron creadas para ello. Así, confinando la verdad, la fortaleza y la humanidad a los rígidos dominios de la moralidad varonil, se puede afirmar con justicia que, para ser amada, ¡el gran propósito y distinción de la mujer!, esta debe «aprender a hablar con discreción, a caminar con tambaleo y apodar a las criaturas de Dios». Nunca, pueden repetir, se hizo afable un hombre, y mucho menos una mujer, por la fuerza de esas cualidades exaltadas, fortaleza, justicia, sabiduría y verdad; y, por tanto, prevenidas del sacrificio que deben hacer hacia esas virtudes austeras y antinaturales, quedarían autorizadas para dirigir toda su atención a sus personas, descuidando sistemáticamente la moral para asegurarse la belleza”.

Su estilo de vida influyó en las siguientes generaciones, aunque estuvo silenciada y menospreciada durante un siglo, a raíz de la publicación de sus memorias por parte de su marido, en el que desvelaba acontecimientos que, si bien hoy los veríamos normales, en aquella época, se llevaron las manos a la cabeza, capaces de tirar la primera piedra porque no les pesaba ningún pecado, entiéndase el sarcasmo. Virginia Woolf o Emma Goldman, la resucitaron hasta nuestros días.

Obras: 

  • Reflexiones sobre la educación de las hijas (1787) 
  • Relatos originales de la vida real (1788)
  • Vindicación de los derechos del hombre (1790)
  • Vindicación de los derechos de la mujer (1792)
  • La novela de María (1788), traducción al español.
  • María (1798), novela
  • Cartas escritas en Suecia, Noruega y Dinamarca (1796), relatos de viaje. 

Póstumas:

  • Cartas a Imlay (1798)
  • Cartas sobre el manejo de bebés (1798), inacabada.
  • María o Los agravios de la mujer, novela inacabada, fue publicada por su esposo William Godwin (1798)
  • Lecciones (1798), inacabada.
  • Sobre la poesía y nuestro gusto por las belleza de la naturaleza (1798)

Se enfrentó de forma literaria, a través de sus escritos en cualquiera de los géneros que cultivó, a escritores y/o filósofos de la talla de Jean-Jacques Rousseau, James Fordyce o John Gregory. Y, como culmen, a su vida, fue madre de la autora de “Frankenstein”, Mary Shelley.  


Karim Ali

Desde hace varios años, encontré en el universo del relato corto, un camino donde explayar mis inquietudes: críticas sociales, políticas, lírica, sarcasmo, humor. Risas y llantos. Poco a poco voy pillando el hábito de construir una historia sólida que mantenga el interés del lector desde la primera hasta la última sílaba. 

Un comentario en «Mary Wollstonecraft: Mujer, feminista y contestataria»

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