El escritor Sebastián Waldo nació en Santiago de Chile en 1984. Es poeta, docente e investigador académico. Se licenció en Lengua y Literatura en la Universidad Alberto Hurtado y es doctor en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Dirige la revista de poesía contemporánea Vórtice, así como la editorial Vórtice Ediciones. Es autor de las obras El bosque de los ausentes (Puerto de Escape, 2015), Las arpas rotas (Bajo la Lluvia Ediciones, 2020), Espejismos (Adarve, 2022) y Jornadas neorrománticas (Averso, 2024) Sus poemas y artículos han sido publicados en diversas revistas literarias y una parte de su obra se encuentra traducida al inglés.
Tres poemas de Jornadas neorrománticas (Averso, 2024) – Sebastián Waldo
Revelación
Los caminos del verano se iluminan
como los ojos de quien recibe una promesa.
Sabes bien que el estío nace
de las más breves tinieblas,
surge como el salto de un pez
en medio del estero.
Todo se revela de pronto:
unos árboles apuntando al cielo,
el canto negligente de los gallos,
el plácido aroma de las glicinas.
Solo entonces sabemos que existen
la casa, el viejo parrón, el estanque
anunciado por el alarido de los queltehues.
Contemplaciones
Tú sabes que tras la colina de los sueños
está el camino que conduce a la verdadera realidad,
que bajo los puentes secretos del día y la noche
el tiempo es un pobre mendigo cuyas manos rebosan
de hojas muertas, caídas del árbol de las épocas.
Tú sabes que tras las ventanas de las casas vacías
la soledad contempla las doradas aves del atardecer,
que bajo los párpados sellados de las sombras
se destilan noches y aguaceros.
Tú sabes que tras estas palabras se esconde
un extraño lenguaje que solo comprenden los astros
y todo lo que relumbra como la eternidad,
y que bajo el mismo cielo los sauces sollozan
cuando el sol desciende y la ausencia
vuelve distantes todas las miradas.
Tendencia
De nuevo el viento cierra las puertas
empecinado en quedarse solo en los cuartos.
El viento, es el viento que desordena
la cabellera de los siglos
cuando se rompen las crisálidas
y pasan aullando las horas postergadas.
Tú escribes obituarios o palabras
que duelen antes de pronunciarse.
Pero hoy te digo que olvides
las rutas conocidas del sosiego
y que no cometas el error de Orfeo
de mirar atrás,
pues iremos tan lejos
que nos adelantaremos a la causalidad
y los hechos ocurrirán antes que los motivos.
Tú que permanecerás dormida
en las corrientes abisales
como el detritus de dioses condenados,
nosotros que seremos otro engrane
en la trama de la materia
con el sol reverberando
en las orillas de un sueño irrescatable.