María Fernanda Valdez: “todo ya ha sido escrito; el desafío está en cómo volver a contar esas historias”

El pasado 26 de Junio se entregaron los premios de X Certamen de cuento Madrid Sky, que organiza la Asociación Literaria Primaduroverales. Entre los premiados resultó elegido el relato “Blanco: Venus” de la escritora Irredimible Mafer Valdez. Nos hacemos eco de la deliciosa conversación que mantuvo la autora con Lourdes Chorro en la web de Primaduroverales.

Entrevista a María Fernanda Valdez, segundo premio en el X certamen Madrid-Sky

Ante todo, mi más cariñosa enhorabuena por ese merecido segundo premio y por tu predisposición entrañable conmigo en esta entrevista. Confesarte que habitualmente vemos a los ganadores emocionarse cuando suben a recibir el premio, pero esta vez yo me emocioné al ver a Mari Carmen allí arriba con su timidez aguantar el tipo por amistad. Comprendí que detrás de una buena escritora hay amigas a su altura. Ahora, permíteme utilizar tu propia definición de ti misma para presentarte.

«Mafer Valdez. Canceriana con ascendente en Aries. Nacida en Buenos Aires. Licenciada en artes. Madre. Actriz. Escribo para no comer y como alimento. Paradójica existencial. Ex bulímica, ex fumadora, ex hija, ex empresaria, extranjera en mi país. 1.56 metros de altura y descontando. Si estoy descalza, parezco más alta«

Y ya vamos a este hatillo de preguntas que ojalá y nos permitan conocerte un poco más

¿A menudo te paras a intentar adivinar en los labios de los otros lo que estarán diciendo?

A veces lo intento, no sé si lo consigo; pero aún más interesante me resulta intentar adivinar, – o mejor dicho imaginar – lo que los otros pueden estar pensando. Supongo que tiene que ver con una suerte de obsesión que tengo por indagar en la naturaleza humana. Me encanta saber cómo piensan los demás, un poco por curiosidad y otro mucho para entenderme a mí misma, ya sea por afinidad o por contraste.

En tu relato “Blanco: Venus” ¿nos dejas a nosotros lectores que lo adivinemos también? porque el narrador no nos dice que lee en los labios de la protagonista.

Absolutamente. Creo que todo lo no dicho despierta más interrogantes en el lector y abre la posibilidad a diversas interpretaciones, a múltiples lecturas. Por supuesto, mientras escribía Blanco: Venus, yo tenía en claro qué era lo que decía la mujer, pero preferí dejar que cada quien lo averigüe por sí mismo. Quiero creer que ese tipo de incógnitas despiertan la curiosidad en el lector; incluso me sentiría muy afortunada si hacen que quieran releerlo buscando descifrar aquello que no se dice explícitamente.

¿Acostumbras a construir historias sobre alguien que ves y te llama la atención?

Sí, soy muy “mirona”, muy observadora. Una imagen, una foto, una noticia del periódico me invitan a crear una historia. Si me encuentro con personas que, por algún gesto, rasgo o palabras que pronuncia, me llaman la atención se convierten de inmediato en una fuente inagotable de inspiración. Es más, muchas veces construyo un personaje a partir de varias personas que me he cruzado por ahí.

¿Te encariñas con tus personajes o a alguno de ellos te hubiera gustado mandarle a tomar viento?

Por su puesto que me encariño con ellos, con todos. Eso es algo que viene del trabajo actoral. Jamás juzgo a los personajes o al menos lo intento. Procuro no autocensurarme; si lo hago, estoy perdida a la hora de escribir. Además, me gustan los personajes que muestran sus ambivalencias, sus contradicciones. Creo que todos las tenemos en nuestras propias vidas. En el caso del personaje Mauro es un sicario, una «profesión» que para mi propia moral es deleznable. Probablemente él tenga otra que se rige por otros principios; puede matar a sangre fría y disfrutar como un diletante de las artes plásticas. ¿O acaso la historia no está plagada de dictadores asesinos que en sus hogares eran padres amorosos o seres sensibles, por ejemplo, a la ópera?  Los personajes con matices son más ricos, los de trazos gruesos los dejo más para los relatos humorísticos, que por ahí van las reglas del género.

¿Eres de los escritores que escriben a vuela pluma o milimetras y planificas todo antes de empezar un relato?

«Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando» decía Picasso y quién soy yo para refutarlo. Excepcionalmente planifico un relato. Como ya te dije, parto de algo que me interesa y empiezo a escribir y encuentro la historia en el hacer, en el proceso; incluso gesticulo, río, me emociono. Cuando encuentro el hilo conductor, escribo hasta terminar el relato. Después viene la corrección, la edición o el suicidio en la papelera de reciclaje.

¿Te has quedado enganchada alguna vez en la lágrima plana de ese personaje que pasa desapercibido?

Sí. El personaje que está en segundo plano, el personaje secundario siempre aporta riqueza a cualquier tipo de relato, ya sea literario, pictórico o cinematográfico. Solemos engancharnos con lo que les sucede a los protagonistas, pero en toda buena narración hay un andamiaje de seres que ayudan a construir ese pequeño mundo en el que el autor nos invita a adentrarnos. Si pensamos por ejemplo en el periplo del héroe, el arquetipo del héroe se alimenta de otros como el mentor, el heraldo, el bufón. En una comedia el personaje principal siempre tiene ayudantes y oponentes. Esos personajes que pasan desapercibidos, si están ahí es siempre con algún propósito.

He visto que utilizas en algunos de tus relatos que he leído la palabra agazapado, una palabra poética que me encanta ¿te suele pasar que tengas palabras infiltradas?

Trato de no repetirme, pero uno no escapa de sí mismo. Me encanta la imagen de estar agazapado, es estar al acecho, escondido, alerta, observando todo, pero también es estar cabizbajo. Me encantan los vocablos que tienen múltiples acepciones, dan espesura al texto, abre otras ventanas en el lector. Seguro tengo palabras infiltradas que resultan más poéticas. Adoro la poesía. Suelo hacer relatos poéticos y poemas cercanos a la narración.

En Blanco: Venus ¿Por qué precisamente en Florencia la ciudad de la belleza el destino lleva a morir a la mujer?

Cuando comencé a escribir el relato decidí que iba a desarrollarse en algún lugar de Italia, un país que no conozco, pero al que siento muy cercano; de hecho, el 50% de mi sangre es italiana. En un principio había pensado en Roma, pero después me decanté por Florencia porque es una ciudad que tiene una arquitectura mucho más medieval.  Me importa mucho que algo que escribo, aunque no sea cierto, resulte verosímil. El punto en el que se sitúa un francotirador suele ser más alto que el de su víctima.  Es mucho más fácil saltar de azotea en azotea y escapar si los edificios colindantes no superan los tres pisos de altura.  Florencia tiene eso, lo único que sobresale de su geografía es la imponente cúpula que construyó Brunelleschi para la catedral de Santa María del Fiore. Además, me gustó la idea de colocar a Mauro en ese paisaje, incluso me lo imaginé a Mauro experimentando el Síndrome de Stendhal mientras deambulaba por las salas de los Uffizi.

La venus de Botticelli sin necesidad de describirla todos la imaginamos; La medusa de Caravaggio y ella muerta descompuesta. El arte dentro del arte, la pintura se mezcla con la actividad del asesino, ¿Acostumbras a introducir el mundo de la pintura en tu escritura? ¿te parece que es una forma de que a esos cuadros se les de vida actual? Me has recordado el tableau vivant, esos cuadros vivientes que cobran vida fuera de la pintura de Oksana Nipota, que ahora se han hecho virales en tik tok.

Creo que te comenté que estudié historia del arte. Las artes plásticas, el cine, la literatura son parte de mí, algo que ya me constituye. Es algo de lo que no me puedo escapar. En alguna oportunidad alguien me dijo que yo creía que todo el mundo había visto los mismos filmes que yo, que si yo los citaba a lo mejor alejaba al lector de mis cuentos. Ese comentario para mí fue devastador, todos queremos llegar al lector, atraparlo de una forma u otra. Con el tiempo entendí que de la única forma de llegar a quien me lee es ser yo misma, con todo este bagaje que me define como María Fernanda y no otra.

Introducir obras de arte en un relato probablemente las actualiza, las trae al presente. Yo las utilizo como intertextualidades a las que aferrarme. También es una forma de economizar palabras. Si yo te digo Venus de Botticelli, vos ipso facto tenés una imagen en tu cabeza. Ahora, si yo te la tengo que describir con palabras puedo escribir un tratado de mil páginas acerca de la obra y nunca será lo mismo. Cada lenguaje tiene su especificidad y jugar con los dos, escrito y pictórico, te da unas posibilidades significativas increíbles.

¿Por qué al final del relato Mauro sueña que la joven que ha matado se parecía a la Madonna del Parto de Piero della Francesca?, Yo pensé que él lee en sus labios su confesión de embarazo, pero luego me convencí de que era la madre del recién nacido Bruno, al que él vuelve a conocer.

Fíjate lo que son las cosas. Hasta ahora todos aquellos que me han comentado Blanco: Venus dan por hecho que Bruno es hijo de Mauro, algo que jamás se aclara en el relato. Puede ser el sobrino, el nieto… Confieso que es el hijo y jugué con los nombres Mauro (oscuro), Bruno (pardo), Blanco, que no sólo es el objetivo sino también el color, la suma de todos los colores.

En cuanto a la obra de Piero de la Francesca sé que no es una obra archiconocida como es la Venus o la Medusa, pero me parecía la más significativa para cerrar el cuento. Existen tipologías iconográficas: el belén, la crucifixión, el retrato ecuestre, la piedad, la Madonna. La Madonna es una virgen con el niño Jesús, pero la Madonna del Parto es la Virgen de la Dulce Espera, una virgen embarazada.  Cuando lo escribí pensé que esa mujer a quien Mauro debe asesinar le está diciendo al hombre que la acompaña que está embarazada y eso incomoda al sicario y le da un leve escozor al que espanta de inmediato, porque él es el mejor en lo suyo y eso es solo un trabajo más. Mauro hubiese preferido «no saber lo que ella guarda para sí», de ahí que su mensaje diga «objetivos alcanzados». Quizás no acepta el aborto y para él ha liquidado a más de una persona. No lo sé, de verdad. Luego, Mauro se duerme y sueña. Freud diría que la censura se debilitó y dejó aflorar nuevas imágenes que no se permitió asociar estando despierto.  Aunque no descarto tu otra interpretación. Me encanta que no tenga una sola lectura.

He leído en uno de tus haikús que las orugas en invierno tejen sueños de mariposas, ¿crees que se incuban ideas que brotan en primavera?

Todos tejemos sueños todo el tiempo, sino no merecería la pena vivir. Sin embargo, siempre parece que cuando empieza la primavera y la naturaleza florece y se reanuda en cierto modo el ciclo vital, todo es posible. Me encanta soñar, sueño mucho, incluso despierta.

Si Venus, la diosa del amor, tiene capacidad de dominar los sentimientos de los demás, ¿por qué se deja matar?

Porque yo se lo pedí; o, mejor dicho, la obligué. Pero Venus se las traía también, que no se haga la mosquita muerta. Diosa preolímpica, nunca fue niña, nació joven y de los testículos de su padre arrojados al mar y al pobre Vulcano, su esposo, le hizo las mil y unas.

¿Qué te ha motivado a escribir sobre ese tema?

Me encantó la frase «siguió el movimiento de sus labios y adivinó las palabras». En cuanto la leí, imaginé a una mujer vista a través del ojo de una cerradura que luego devino en una mira de un arma. Si lo pensás, tiene algo muy femenino. Creo que las mujeres somos de mirar detalles «en detalle»: nos enamoramos de esa lágrima plana, de cómo se curva una comisura de un labio, del reflejo del sol sobre una gota de rocío en una hoja. El tema lo encontré escribiendo. ¿Qué es lo que dice la mujer? Luego apareció Venus y después fue ir tirando del hilo.

Conforme vas leyendo Blanco Venus es como adentrarte en el suspense de un «thriller» ¿Te sentiste cómoda en ese género?

Cuando ya decidí que era la historia de un asesino a sueldo, me tuve que internar en el suspense, un género en el que nunca jamás había incursionado. Reconozco que eché mano a dos grandes películas de Fred Zinnemann, el director de la magnífica «De aquí a la eternidad» (1954). Una de ellas es «El día del Chacal» (1973), basada en la novela sobre la historia real de un asesino a sueldo contratado para asesinar a De Gaulle. De esta tomé el protagonista, el pulso, los planos cortos típicos del género thriller. La otra es «Solo frente al peligro» (1952), un western psicológico brillante que en inglés se titula «High Noon», que es la hora del mediodía, las 12 pm, cuando tenemos el sol sobre nuestras cabezas. Este filme tiene la particularidad de que el tiempo fílmico (80 minutos en la vida de un sheriff) casi coincide con el tiempo que dura el filme. El espectador queda atrapado en esa cuasi igualdad entre tiempo fílmico y tiempo real.

En «Blanco: Venus» intenté, no sé si con mucha fortuna, retomar este tipo de desafío temporal. Se estima que se lee promedio 100/120 ´ palabras por minuto. La lectura de este cuento demoraría unos 5 o 6 minutos. ¿Cuánto tiempo de la vida de Mauro transcurre en «Blanco: Venus», excepto la elipsis final?

¿Crees que las cosas que pudieron ser, son porque se quedaron en pudieron?

Es casi un trabalenguas. El pretérito perfecto simple define algo puntual en el pasado que terminó. El problema es que el verbo poder implica algo de posibilidad, incluso de esperanza, ¿por qué no? Hablar desde el presente de algo que pudo ser, pero no fue, le da dramatismo y nostalgia. ¡Ay, Lourdes, me estás haciendo entrar en terrenos metafísicos, hasta ontológicos, materias que toco de oído!

Por otra parte, los argentinos tenemos una diferencia significativa en el habla respecto de ustedes, los españoles. Nosotros no usamos el pretérito perfecto compuesto, en este caso sería «han podido». O sea, utilizamos el «pudieron» indistintamente como pasado o como ese pretérito perfecto compuesto que tiene un efecto significativo en el presente. Bueno, creo que ya me enredé o, mejor dicho, «me he enredado» con mis propias palabras.

Si no te escuchará María Fernanda qué dirías-nos contarías de ella

Que es una mujer soñadora, con mucho sentido del humor, aunque a veces sea negro y cínico. Que le gusta ser femenina y feminista, pero que está cansada de la postura cancelatoria y despiadada del feminismo militante fascista al servicio de un partido político. Que no usa el lenguaje inclusivo, porque está convencida que la inclusión -como muchos de otros valores por los que brega- está en el hacer y no en el decir.  Que está cansada de los políticos. Que es demasiado apasionada y sensible para el mundo que le toca vivir. Que tiene dos hijos maravillosos de los cuales está super recontra mega orgullosa y un compañero de ruta que la apoya en cada una de sus locuras desde hace 26 años. Que es amiga incondicional de sus amigos sin los cuales no tendría sentido la vida. Que es la proveedora de stickers y memes del grupo de whatsapp de Irredimibles.

¿La crees capaz de llegar a odiar a alguien por lo bien que escribe y lo mucho que le gustaría escribir como él? Pues dinos en secreto de quién se trata para que podamos compartir con ella esa sensación

No sé odiar a quien admiro. Admiro a muchos, muchísimos. Me encanta la literatura argentina, tenemos un universo y una idiosincrasia muy definida: Cortázar, Sábato, Borges, Arlt, Girondo, Quiroga, Mujica Láinez, Piglia. Cualquier enumeración que haga es imperfecta. Lo mismo en la literatura universal, desde Aristófanes y Virgilio, pasando por Dante, Eco, Mankell, Keats, Cummings, Woolf, Foster Wallace, García Lorca, Machado., Sartre, Carpentier, García Márquez. Lista interminable que incluye compañeros de Irredimibles. A todos les he hurtado algo, menos el talento.

¿Y algún relato del que le hubiera gustado ser su autora?

Cualquiera de Cortázar. «La noche boca arriba», «Casa tomada», «Axolotl» y «Continuidad de los parques» son perfectos. Son los primeros relatos que leí de niña y tienen un significado especial para mí.

¿Sabes si tiene alguna historia en la retaguardia pendiente de escribir?

Soy una convencida de que todo ya ha sido escrito; el desafío está en cómo volver a contar esas historias. No recuerdo qué director de cine dijo que todas las películas se reducían a historias de amor o de muerte. Creo en parte lo mismo: uno el motor pulsional que alimenta la vida, el amor y/o el impulso sexual. Lo otro, a lo que le rehuimos hasta que ya no podemos más. Igualmente, siempre hay nuevos «cómo» que queremos escribir. Tengo un par de ideas hace tiempo dando vueltas.

¿Has pasado por algún periodo de tu vida en blanco?

En blanco, si te referís a no escribir o no poder hacerlo, en el período desde que nacieron mis hijos hasta que fueron adolescentes. Tampoco actuar. Tenía las historias en la cabeza, pero no tiempo físico para escribirlas. Aunque vos y yo sabemos que son unas excusas de una procrastinadora serial.

¿Cómo estira el tiempo una madre, trabajadora fuera y dentro de casa, escritora, pintora, para pertenecer al equipo del magazine literario Irredimibles? (https://irredimibles.com/)

Vamos a ser sinceros: como toda actriz soy una gran impostora. Para empezar, no soy pintora. Recuerdo que cuando armaron la página web no envié mi foto por despiste, entonces pusieron la foto de alguien que ni sé quién es. Nunca me preocupé por subsanar la confusión.  Es como ser una misma un personaje.

Puedo pertenecer a Irredimibles y congeniar mis múltiples trabajos con la actividad literaria porque mis compañeros son extremadamente generosos y me tienen paciencia. Suelo escribir de noche o madrugada. Duermo muy poco, 5 o 6 horas como mucho. Ahora estoy con un proyecto de una obra de teatro para volver a actuar el año que viene, eso me tiene muy entusiasmada.

Por último, ¿podías ayudarme a responder a la pregunta que desde hace un tiempo le doy vueltas ¿Qué tenéis los escritores allende los mares que tanto nos obnubilan a los lectores aquende la mar?

Hermosas palabras. No lo sé, creo que tiene que ver con que en estas comarcas cualquier cosa puede ser posible, incluidas las más atroces o las más disparatadas. Lo real maravilloso latinoamericano se disfruta en la literatura y se padece en lo cotidiano del día a día.

Ya que nos has dejado conocer tu prosa en Blanco: Venus, por fa ¿nos regalarías tu poema M.F.?  Creo que nos define a todos tan, tan bien…

Parece que no soy la única que esconde batallas. Todo tuyo, un honor para mí que te guste. Para cerrar aprovecho para agradecerles a los Primaduroverales su cálida bienvenida y a Mari Carmen el haberme representado como lo que es: una genia total.

M.F.

«Muchas veces me pregunto // por qué no puedo convivir conmigo misma. // Entro en estados de anarquía absoluta // donde todo el conglomerado de personalidades que me conforman // se disputan mi alma y mi cuerpo // sin conmiseración alguna. // Y yo, // tan auto controlada, // tan cerebral, // me debato entre dejarme arrasar // o pelearme conmigo misma hasta mis propios confines. // Generalmente ganan ellas, // y yo no soy más que esto: // un interminable campo de batallas, // inagotables, // perpetuas, // inconfesables.»


Filóloga por vocación, bibliotecaria por trabajo, Lourdes Chorro pasa la mitad de su vida rodeada de libros de los que sólo lee la portada y en la otra, amontona tal cerro de lecturas que con solo mirarlas se siente inspirada para escribir. Cuando conoció a los Primaduroverales descubrió que la prosa también podía ser poética y ya ha visto publicados algunos de sus relatos. Es coautora de los libros de relatos Primaduroverales cuentos, Madrid Sky2056 Anno Domini y Sobremesas manchadas de café y tinta.

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5 comentarios

  1. ¡ENHORABUENA MaFer! Magnífico relato y magnífica entrevista 👏🏻👏🏻👏🏻

  2. JUAN SANTOS SANTOS

    María Fernanda que sepan en tu tierra tus éxitos allende los mares

  3. Gracias, solamente gracias.

  4. Fantástico, Mafer. Me ha encantado volver a escuchar tu ” Blanco venus” Enhorabuena
    Un abrazo irredimibles de ultramar.

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