Verónica Avilés Calderón ha conversado con el escritor Ramón Barcuñana (Todas las familias infelices, Chamán 2022) y a continuación podemos disfrutar de su diálogo.

¿Quién es Ramón Bascuñana?

No lo sé muy bien. Posiblemente alguien que no existe, alguien que se esconde detrás de los versos y de las palabras porque el mundo le parece un lugar inhóspito. Quizás Ramón Bascuñana sea ese doble que todos tenemos; el doble de Manuel Ramón Moya Bascuñana, aunque no tengo muy claro si ese Ramón Bascuñana, que escribe y que me escribe y me describe al escribir, es el  doctor Jekill o el señor Hyde. La parte oscura o la parte luminosa de mí mismo. 

¿Qué te llevó a ejercer este oficio?

Bueno, escribir no considero que sea un oficio, sino más bien una aventura. Un oficio es una forma de ganarse la vida, algo rutinario. Una aventura es una forma de vivir, de sobrevivir y encarar la vida.  Y si escribo es por necesidad, una necesidad vital que nace de una herida profunda. Esa herida, que una amiga mía  poeta dice que hay que amar. La escritura es una forma de cicatrizar la herida de la que nace.

Escribes relatos y poesía. ¿Qué te impulsa a escribir un género  o el otro? ¿Cuál prefieres y por qué?

Simplemente escribo.  Cada momento o cada estado de ánimo exige su  género.  Y cada género, narrativa o poesía, posee unas características propias que intento respetar, pero que a veces me salto.  Me considero un poeta que de tarde en tarde escribe relatos.  La poesía es mi estado natural. Siempre estoy en modo poesía.  La poesía es un fulgor, un deslumbramiento, mientras que el relato es una meditación y una  condena; me obliga a investigar, a estructurar, a tachar, a ordenar, a ser consciente de que soy alguien escribiendo una historia, de a dónde quiero llegar con lo que estoy contando. La poesía es un don, no me supone un esfuerzo, fluye, cuando fluye, que no es siempre, de manera natural y lo impregna todo. Es mi forma de ver el mundo. La narrativa quizás sea mi forma de explicar el mundo. No tengo preferencias, me siento igual de cómodo en ambos géneros.  Ahora bien,  solo escribo relatos cuando el relato ya está redactado dentro de mí, cuando lo he pensado mucho. Luego al escribirlo se transforma y ese es el proceso maravilloso, cuando los personajes cobran vida. La poesía la expulso casi en el mismo momento que la intuyo. Va de la cabeza a la mano y al papel. 


“Y si escribo es por necesidad, una necesidad vital que nace de una herida profunda.” confiesa Ramón Bascuñana

He leído hace poco “Todas las familias infelices” y me gustó mucho. ¿Por qué crees tú que ese título merece lectores?

Quizás porque Carlos Fuentes escribió  “Todas las familias felices” y me he empeñado en llevarle la contraria. No, es una broma.  La verdad es que cuando escribo no suelo pensar en el posible lector. Escribo para mí, pensando que lo que me gustaría leer y no encuentro en el mercado. Y pienso que si me gusta a mí, que me considero un lector exigente, debería gustarle a otros lectores exigentes.  No aspiro a tener un público multitudinario, si fuese así escribiría otra cosa, novela policíaca, por ejemplo. Pero sí creo firmemente que hay lectores, buenos lectores que pueden encontrar en mis relatos una respuesta a algunas preguntas, porque mis relatos intentan ser una radiografía de los males morales y las enfermedades de la sociedad actual. Y todo acto literario es una conversación con libro interpuesto entre el lector y el escritor. https://chamanediciones.es/producto/todas-las-familias-infelices-ramon-bascunana/

Todas las familias infelices, editado por Chamán Ediciones

De todos tus libros, ¿Cuál me recomendarías para la siguiente lectura?

Pues depende.  Los libros son como los hijos, uno siempre tiene debilidad por alguno de ellos. Y esa debilidad o preferencia es difícilmente explicable.  Si tuviera que recomendarte narrativa, lo tengo fácil porque solo tengo otro libro de relatos: Lectores compulsivos, publicado por editorial Aguaclara.  Ahora, con respecto a la poesía es más complicado. Podría recomendarte, Los días del tiempo, con el que gané el premio de poesía Hispanoamericano Juan Ramón Jiménez, en 2002; Las piel del alma, de 2006, que fue premio Flor de Jara, en Cáceres; o de mis últimos poemarios El dueño del fracaso, de 2019, premio Internacional de poesía Gerardo Diego, publicado en El desvelo ediciones. 

¿Qué estás escribiendo actualmente?

Nunca suelo hablar de lo que estoy escribiendo porque nunca sé si va a cuajar o se va a quedar en agua de borrajas. Supone crear falsas expectativas.  Ahora mismo lo que estoy haciendo es corregir las pruebas de autor de mi próximo poemario “Anotaciones a pie de página” que publicará la editorial Pretextos a no mucho tardar. 

Estamos en la semana del día mundial de la poesía ¿Te gustaría compartir algunos versos con los lectores de Irredimibles?

Yo encantado. 

QUÉ OPINO DE LA VIDA 

A veces me preguntas qué opino de la vida
y suelo contestarte
con alguna evasiva o callarme la boca,
amagar la respuesta.

Intento protegerte del desastre.

Debería decirte que la vida
es como un  ciego con una pistola
disparando al azar por si acertase
en el blanco adecuado.

ALTO DON.

Alto don
escribir el poema que ha de ser escrito,
renunciar a la vida para pensar la vida
desde la perspectiva cruel de las palabras.
¿Alto don o condena? ¿Quién sabría decirlo?
Paradójicamente los contrarios engendran
lazos, correspondencias, sutiles simetrías
que como laberintos protegen el misterio
más allá del misterio de lo que no está escrito.
Lo inefable se explica al leer entre líneas.
El poema y la vida son amantes secretos.
Con el último verso comienza otro poema
que debe ser escrito para pensar la vida
desde la perspectiva cruel de las palabras.


LAS PALABRAS DE SIEMPRE

Escucha cómo suenan las palabras de siempre.
Esas que nos decimos por rutina o desidia:
Buenos días ¿Me quieres?¿Qué tal en el trabajo?
¿Te apetece una copa? Te amo ¿Me deseas?
Son una letanía carente de sentido.
No significan nada y en nada nos ayudan
a sostener la frágil verdad de nuestra historia.
En cuanto las decimos se marchitan y mueren
al borde de los labios. Quisiéramos que fueran
distintas cada día, que quien las escuchara
respondiese con otras palabras diferentes:
Desde luego ¿Lo dudas? Ni bien ni mal ¿Qué quieres?
Tan temprano ¿una copa? Sabes que te deseo.
Preguntas y respuestas guardan esa distancia
que da la cortesía de los que han recibido
tantos golpes y heridas que prefieren decirse
las palabras de siempre a soportar el peso
de un silencio que aplasta su amor contra la nada.

[El amor nos transforma...]

El amor nos convierte en monstruos de gozo.
Jean Cocteau.

El amor nos transforma, mas no siempre a mejor.
Con el amor solemos hacernos egoístas,
pensar que vendrá un día, el día menos pensado,
en que por fin seremos los héroes de una historia
convertida en leyenda con el paso del tiempo.
El amor nos transforma en héroes de leyenda.

Es duro ser el héroe de una historia sin héroes, 
descubrir con los años, como he descubierto,
que al objeto deseado jamás lo poseemos,
sino bien, al contrario; somos los poseídos.
Víctimas y verdugos intercambian papeles.

El amor es un filtro que convierte al amante
en esclavo gozoso del tiránico amado.
Dejamos de ser héroes para ser los traidores
y al quitarnos la venda vemos en el espejo
la imagen reflejada del monstruo que ahora somos.

Verónica Avilés Calderón

Escribir me enfrenta a la vida. Es la dosis de humildad que necesita mi ego, la dosis de generosidad que necesita mi alma, la forma de mirar el mundo que me permite afrontar cada día como lo que es: un milagro. Soy la autora de la novela “Arena Negra” (Ed. Cuadranta, 2023) y coordinadora en Irredimibles.com.

Un comentario en «Entrevistamos a Ramón Bascuñana, autor de “Todas las familias infelices”»

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