La hija

Después de haberme preparado otra taza de té me doy cuenta de que no me la voy a tomar. Aunque todos los días ordeno la habitación, no sé por qué parece que está cada vez más desordenada. Es la historia de mi vida, no sé cómo, pero lo que ordeno por un lado, lo voy desordenando por otro. Una vez tuve una relación íntima con una reputada traductora de italiano, y si su italiano era magnífico, sus escritos en chino eran aún mejores. Todos los textos que ella había traducido eran bastante difíciles y a mí me encantaban. La vi en un evento, muy normal, sin maquillaje, con el pelo corto y rizado, llevaba un libro abrazado al pecho, iba con una falda larga, de aspecto corriente, de las que se arrugan con la presión. Le sobresalían los dedos de las sandalias, a los que se les había caído la mayor parte del esmalte rojo. Me acerqué a ella para presentarle mis respetos, y ella asintió y dijo, yo te conozco, puedes escribir frases muy largas. Yo dije, quizás es porque he leído muchas novelas extranjeras. Ella dijo, pero a ti te pegan las frases cortas. Yo dije, ¿qué quieres decir? Ella dijo, tu barbilla es como una frase muy corta, en la que sólo hay un verbo. Yo dije, ¿qué verbo? Ella dijo, el de acortar. Yo dije, quizás lo pruebe. Ella dijo, hay un escritor italiano llamado Verga, ¿le conoces? Yo dije, en absoluto. Ella dijo, él dijo una vez que las palabras alargan las frases como serpientes. Yo dije, interesante. Pero en tus traducciones, todo son serpientes. Ella dijo, los textos originales son las serpientes, yo sólo puedo bailar con las serpientes. Deberías crear tu propio estilo, eres mayor que yo, y digo que éste es una idiotez. ¿No querrás volver a hablar conmigo, verdad? Yo dije, al contrario. Me quedé pensando brevemente en lo que debería ser “al contrario”.  Al final dije, tengo mucho que hablar contigo. De hecho, todavía me quedaban quince minutos para subir al escenario, pero ese día no subí. Mi editor recibió el premio en mi nombre. Premio otorgado a las frases largas que yo escribía. Ella me cuidaba, me compraba las camisas de mi talla exacta, corregía los desaguisados de mi pensamiento, señalaba mis fallos de estilo. Yo aprendí a hacer ensaladas, a usar los verbos y a secarle el pelo con secador. Cuando rompí con ella, le dije, hasta aquí puedo llegar, porque sólo puedo vivir de una manera, sólo puedo ser el que soy. Ella dijo, ¿por qué no puedes ser más feliz, convertirte en una persona mejor? Yo dije, mi drama es mi combustible, mis debilidades son el opio de mi espíritu, sabes que contigo no echo de menos hacer nada, exactamente igual que un alcohólico. Ella dijo, ¿y no crees que ese tú podría pensar en mí en su lecho de muerte?  Yo dije, podría, pero también podría pensar en una frase que no se ha terminado de escribir. Ella dijo, mañana a las ocho de la mañana, te espero en la esquina de mi casa, te espero hasta las ocho de la noche, si no vienes me olvidaré de ti. Yo dije, mañana quizás llueva, mejor que acabemos hoy. Ella dijo, a las ocho de la noche. Después puso las llaves de mi casa encima del escritorio. Al día siguiente brilló el sol durante todo el día, no llovió y el viento empezó a soplar a la caída de la noche, y como era otoño, todas las hojas del ginkgo de delante de mi ventana se habían caído y las ramas se estremecían. Me puse ropa limpia y me senté en casa, estuve sentado durante todo el día, pero al final no salí. Eran poco más de las siete cuando llamaron a la puerta y corrí a abrir, era el niño de seis años que vivía en la puerta de al lado y me traía una porción triangular de tarta para celebrar su cumpleaños. Su padre se había ido y les había dejado un piso grande.  El niño llevaba unas pantuflas y una corona puesta en la cabeza y dijo ¿Te acuerdas de aquella vez subiendo en el ascensor que me tropecé con la bici y tú la sujetaste? Yo dije, no fue nada, no me costó nada hacerlo. Él dijo, ahora estamos en paz. Su madre le miraba desde el quicio de la puerta, él me entregó la tarta y se volvió solo a la casa a la que pertenecía.

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双雪涛Shuang Xuetao nacido en 1983 considerado como uno de los representantes de la nueva literatura contemporánea china, con un estilo de escritura difícil de definir. En su obra “El maestro” es comparado con Faulkner, pero en “Descanso eterno” tiene un estilo totalmente opuesto. Con el afán de etiquetar y clasificar, se le ha incluido en un grupo de escritores denominado “La generación cruel” junto con 赵志明 Zhao Zhiming, 孙一圣 Sun Yisheng, 于一爽 Yu Yishuang. Las características comunes serían un uso muy particular del lenguaje, la presencia de la violencia con la que son tratados sus personajes, la caracterización de los personajes definidos por sus acciones y la ausencia de moralejas o didactismos en sus obras. 

Premio de Traducción Literaria “Instituto Confucio” 2019-2020

El Instituto Confucio es el organismo chino que se encarga de difundir la lengua y la cultura china en el mundo. Por tanto, hay Institutos Confucio en muchos países, y suele haber uno en las ciudades más importantes.  El Instituto Confucio de Granada convoca todos los años un Premio de Traducción literaria. 

Este texto ganó el primer premio en la XI edición celebrada en 2019-2020. 

El texto original del que se hizo la traducción es éste.


Un comentario en «La hija, autor Shuang Xuetao, traducción Marisol Moreno Beteta»

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