Ada Lovelace:

Enfadada porque su padre estaba siempre muy ocupado contándole cuentos y poemas a las damas de la alta sociedad y no tenía tiempo para contarle cuentos a ella, decidió construir una máquina que le contara cuentos. Acabó inventando el primer programa informático.


Sonia Basterra:

Entró a trabajar en un taller de coches y cambió unas pastillas de freno. Nunca una mujer había hecho algo así antes. Ni los periódicos ni ella misma lo supieron nunca.


Rosalind Franklin:

Maestra de pasar desapercibida. Descubrió la estructura del ADN.  Los periódicos de la época estaban ocupados con el primer hombre que subía al Everest y la coronación de la reina de Inglaterra. Años después sus compañeros de descubrimientos recibieron dos premios Nobel. Ella no recibió ninguno.


Mariana Valentina:

Durante décadas, mujer de la limpieza de la Capilla Sixtina. Miraba al techo un rato cada día, mientras en los auriculares de su walkman sonaba Nat King Cole.


Hedy Lamarr:

Primera mujer en salir desnuda en una película y representar un orgasmo. Sedujo a su ama de llaves para escapar de la casa de su marido nazi. Dedicó su tiempo libre en Holywood a desarrollar un sistema de radiofrecuencia para guiar misiles. El gobierno rechazó el invento de una actriz y mujer, pero le pidió que fuera a cantar para los soldados. A su sistema de radiofrecuencia se le conoce hoy como wi-fi.


Cristina Toblerone:

Heredera de una industria de chocolate. Primera monja en denunciar a un cura por abusos infantiles.

Sister Rossetta:

Tocaba rock’n’roll veinte años antes de que Little Richard lo inventara. Tres décadas antes de que Tina Turner fuera nombrada la reina del Rock. No tenía discos de oro, pero su voz parpadeaba como un faro que guía a las demás.


Queremos darles las gracias por venir. Gracias por su esfuerzo y talento, pero, lamentándolo mucho, ustedes han sido descartadas para aparecer en la historia.


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