De: Él <el@gmail.com>
Fecha: 14 de Febrero de 2024, 8:14
Asunto: MODIGLIANI NO HACÍA LA COLADA
Para: Ella <ella@hotmail.com>
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Hola:
¿Puedes hacerme un favor?¿Puedes pasar tú hoy a recoger al niño y llevarlo a música? ¡Ah! y le dije a la profesora que hoy le llevaríamos el dinero de las clases. El martes no tenía suelto. Quería pedírtelo antes de ponerme con las tareas de casa, tengo la colada pendiente. Espero que tengas un buen día y te hayas levantado esta mañana tan guapa y resplandeciente como siempre. Sí, ya sé que seguro que estás pensando lo que tantas veces me decías: que habías engordado, que se te notaban demasiado las ojeras que te había salido una nueva arruga y que yo te miraba con buenos ojos y a ver qué iba a decir yo. ¿Te acuerdas?
Hace poco vi un autorretrato de Jeanne Hebuterne, en el que aparecía con un pelo cobrizo, un rostro pálido mirando hacia abajo, pero espiando con el rabillo del ojo al que lo observa, con un fondo de varios azules con unas flores. El cuadro me llamó la atención, pensé que podría gustarte y busqué en la Wikipedia y descubrí que había sido la amante de Modigliani. Y mira, como suelo decir, me gusta Modigliani porque es un pintor reconocible que dibujaba mujeres desnudas de cuellos eternos. Pensé, ¿Habrá retratado Modigliani alguna vez a su amante? Y efectivamente, todas las mujeres de los cuadros de Modigliani habían sido sus amantes. Entre ellas, la más importante: Jeanne Hebuterne. Parece ser que ella fue su pareja hasta que el pintor murió víctima de la tuberculosis, el alcoholismo, las drogas y el exceso de bohemia. Al día siguiente de la muerte de Amedeo, Jeanne se suicidó.
Dicen que la suya fue una gran historia de amor y, pese a que ya sabes que no comparto esa idea de que las grandes historias de amor tienen que acabar en tragedia, creo que fue una relación llena de sentimientos intensos. Vivieron en la pobreza extrema, en los celos y en las infidelidades del pintor. Incluso tuvieron una niña que entregaron a una institución y a la que su padre se olvidó de registrar porque se entretuvo en el bar. Ves, Amedeo sí que era un desastre.
La muerte fue a buscarlos a un apartamento en el que apenas había nada para comer. Un poco antes que la muerte, llegó al apartamento el pintor chileno Ortiz de Zárate para ver cómo se encontraban y los vio abrazados en una cama apestando a vino y sardinas. Llamó a una ambulancia y cuando los enfermeros los sacaban, Amedeo le dijo a Zárate: “He dado el beso de despedida a mi mujer. Tenemos asegurada la felicidad eterna.” Al parecer Modigliani estaba decidido a querer mejor a Jeanne después de la muerte.
Pese a la eternidad, localizar a Jeanne en Google Images buscando cuadros de Modigliani no me ha resultado fácil, ya que no veía ninguna que se pareciera al autorretrato. Pero he acabado leyendo sobre sus vidas y, por fin, he encontrado alguno de los retratos que le hizo Modigliani.
Fíjate, mi vida, el autorretrato que muestra cómo Jeanne se veía a si misma:
Y en este otro está Jeanne vista por Modigliani:
No sé cuál de los dos cuadros es mejor desde el punto de vista artístico pero dos cosas me llaman la atención. La primera es que él la dibuja muy guapa, pero no desnuda, ni en pose sensual como al resto de sus amantes. De hecho, Jeanne fue la única de sus amantes a la que no retrató desnuda. Los hombres, incluso los más libertinos, tenemos estas cosas. Su retrato es más amable, más cariñoso, quizás hay más ternura que sexo en él. El segundo detalle que observo es que la dibuja más guapa de lo que se dibuja ella misma y con máyor realismo. Además, retrata una Jeanne que le mira de frente, plasma cómo le mira. Y al mirarle a él, ella está más bella que al mirarse a sí misma. (Ya sé que probablemente estarás pensando que el autorretrato de ella te parece más naif y provocador, pero esto, mi vida, no es una discusión sobre arte).
Entiendo a Modigliani porque cuando yo te miro te veo bella. Pero cuando tú me mirabas, te veía bellísima. Y estoy convencido de que, cuando te miraba y me mirabas, eras más real que cuando te veías en el espejo. Deberías haber confiado en mí cuando te decía cómo te veía. Quizás estuviera equivocado o enamorado. Ahora sé que nunca debí dejar de mirarte, ni tu a mí. Que el arte, exponente máximo de captura de la belleza, es unánime con Modigliani, y él está en mi línea de percepción. Pese a que mis cumplidos apenas fueran trazos borrosos de un pincel como el suyo no debí dejar de ensayar. Podía haber mejorado con la práctica, y los piropos podrían haber crecido tanto como para dibujar una descripción de tu mirada tan real que pueda ser subastada en Sotheby’s.
Pero mira, al final se me ha pasado la mañana y no he hecho la colada. Y por culpa de estas cosas al final este mail, como nuestra relación, como la colada, se quedará en borradores. Nada me salió nunca tan bien como estar enamorado, y eso mi vida, siempre lo tuviste claro. Nunca nos dimos un beso de despedida.
Pablo Llanos Urraca
Colaborador en publicaciones literarias. Ha publicado el poemario “Manual de Modelado de Corazones para Hombres de Hojalata” (Ed. Cuadranta, 2022) y artículos en revistas como Quimera, Culturamas, Purgante o Letralia. Sus relatos han sido publicados en publicaiones como Orsai, Librújuja, Pluma Fanzine, Madera Berlín o Pappenfuss. Cocreador del magazine Irredimibles.