Por Verónica Avilés Calderón | 12 de Septiembre de 2022

Supe la existencia de una escritora llamada Guadalupe Nettel gracias a la editorial Anagrama, que siempre me ha parecido un sinónimo de calidad. Después del invierno fue la obra con la cual la autora ganó el premio Herralde de Novela hace algunos años. La escuché en audiolibro, a través de la plataforma Storytel, y he de decir que me encantó. Suelo escuchar pocas novelas para no perderme detalles importantes; sin embargo, en medio de la bulla de la calle y la dispersión de mi mente, esa novela me atrapó hasta el punto que hoy, años ha, aún recuerdo al protagonista pregonando «quiero ser un robot» mucho antes de que le ocurriera aquel accidente en la maratón de Boston. 

Con ese buen recuerdo en la cabeza, cuando encontré  La hija única en el catálogo me reservé una tarde para la escucha activa. Es una obra muy valiente que aborda la maternidad en un sentido amplio y, sobre todo, toca aquellos aspectos de los que nadie se atreve a hablar, menos aún siendo mujer. ¿Qué hacer si tu hijo no es lo que esperabas y la maternidad resulta, a ratos, insoportable? ¿Qué hacer cuando sentimientos fuertes y contrarios conviven y se abrazan sin remedio?

Narrada con un lenguaje sencillo, exento de arrogancia literaria, la historia nos lleva a través de detalles cuidadosamente seleccionados contados por Laura, la narradora, quien es testigo del proceso de gestación de su amiga Alina. Un embarazo que comienza, como muchos, lleno de emoción se tuerce al saber que la niña viene enferma. Primero la tristeza de saber que va a morir a las pocas horas de nacida, después la angustia de saber que va a vivir, ¿En qué condiciones? ¿Por cuantos años? Además de la de Alina somos testigos de otras dos historias de maternidad que cabalgan a lo largo del libro: la de la vecina con su hijo y la de la narradora con su propia madre, quizás para mostrarnos que otras madres sufren el mismo conflicto que tiene Alina en algunos fragmentos de la historia, pero en situaciones más cotidianas. Otro aspecto interesante es el cambio en el punto de vista, o en las emociones, de la propia narradora quien al principio se muestra tajante en contra de tener niños, y de hecho se liga las trompas, pero a lo largo del libro va generando un sentimiento maternal por Nicolás, el hijo de la vecina, hasta el punto de evaluar la idea de hacerse cargo de él. 

A través de los conflictos que se entretejen, se evidencia  la lucha de los personajes por encontrar una forma de vida que les haga felices con sus circunstancias actuales. Un nido de palomas que, sin saberlo, empolla el huevo de otra especie sirve de imagen para que la  autora nos muestre desenlaces nuevos a conflictos familiares de origen histórico. 

Una serie de otros pequeños elementos enriquecen la historia y facilitan a la mente seguir jugando con los detalles, paladearlos. 

De manera muy empírica, me gustan los autores cuyas obras, o personajes, recuerdo años después. Es lo que me ha ocurrido con Guadalupe Nettel quien muestra una literatura mexicana actual.

Como aspecto adicional, el audiolibro está narrado por la propia autora lo cual me resultó una ventaja añadida, como si ella misma me estuviera contando su historia. Lo disfruté con Poeta Chileno, de Alejandro Sambra y ahora lo he vuelto a disfrutar. Todo un acierto por parte de la editorial. 


vero-1

Verónica Avilés Calderón es escritora porque escribir le enfrenta a la vida. Es la dosis de humildad que necesita su ego, la dosis de generosidad que necesita su alma, la forma de mirar el mundo que le permite afrontar cada día como lo que es: un milagro.

Un comentario en «Reseña de “La hija única” de Guadalupe Nettel»

Los comentarios están cerrados.

Descubre más desde

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo