La confrontación en el decir: “Porque nadie sabía cómo llamarte” de Iván Navarro Lluesma

¿Crea la palabra la realidad de nuestro mundo o lo acota? ¿y el nombre con el que designamos las cosas debe ser unívoco, objetivo, despojado de los afectos que nos produce? ¿cómo completar el nombre que nos nombra? Si la poesía tiene como función el cuestionar nuestra mirada sobre cuanto nos rodea y sobre nosotros mismos, sin duda, estamos ante un libro de poesía en el sentido más puro.

Este segundo poemario de Iván Navarro Lluesma sigue la estela de su “Necesaria subjetividad” (Cuadranta, 2021), donde nos proponía revisar la manera en y desde la que observamos el mundo. Sin embargo, en “Porque nadie sabía cómo llamarte”, ese enfoque va más allá estableciendo una relación entre el contenido y su expresión poética, donde cada parte tiene una forma de escritura distinta en función del contenido de la misma.

            Aunque aparentemente se trate de tres partes independientes entre sí, las une ese desafío lingüístico al que enfrenta al lector este poemario: un juego constante entre las palabras y sus significados connotativos y denotativos, un uso preciso y medido de las figuras retóricas (aliteraciones, paradojas, contradicciones, anáforas, falsas etimologías…), así como ese afán de quebrar las estructuras lingüísticas para ofrecernos las posibilidades desconocidas del lenguaje, todo ello demostrando tanto un sobresaliente dominio del lenguaje como una madura y profunda reflexión sobre el uso del mismo. Por ello, es necesario desglosar cada una de sus partes de manera singular.

            En ‘Peripecias’, los acontecimientos y objetos cotidianos (la bolsa de basura, el cajón, el sillón, los libros, etc…) revelan la mirada poética desde la que Iván se sitúa ante el mundo para desnudar la belleza que se esconde en esos objetos y acontecimientos. Se trata de poemas más narrativos y descriptivos, en los cuales los objetos son la excusa para manifestar las relaciones entre ellos y el ser humano, y esto lo consigue a través de un lenguaje sencillo, preciso y directo, sin abuso retórico, con una mirada irónica en ocasiones:

El cajón es silencioso,

aunque al abrirlo suene un poco.

No sé qué dejé dentro,

pero cuando lo abro descubro

 el desorden que oculto.

Pero buscando un distancimiento afectivo, emocional sobre lo narrado, como unos versos bien nos descubren:

Mañana imparto una conferencia sobre el apego

sin querer mantenerlo con mi madre.

O

No hablo de emociones

porque no tienen forma:

ocupan el hueco de la parte del cuerpo donde ceden.

Emociones que sólo tienen forma en la palabra, sólo existen en ella, una palabra que fosiliza la realidad impidiendo que atrape el devenir constante de la realidad, como sucede con nuestros propios nombres:

Hoy quiero pensarte sin nombre,

como las tardes cuando no había nadie,

sin dar golpes;

quiero pensarte,

casa vacía, lejos de la agonía

para susurrar próximo a la noche:

no puedo reconocerme en mi nombre.

           

El aforismo es el género escogido para la segunda parte, ‘Esbozo de una voz: aforismos poéticos’, cuya temática se decanta por una reflexión sobre la propia palabra y la escritura, incluso, cuando en apariencia no verse sobre ello. Estos aforismos se recogen en: formación de una boca, de la voz exterior e interior, apre(h)ender, de los efectos de la historia (im)personal y del nombre, del tiempo, acto poético y soñarse. Es destacable el uso metalingüístico y metaliterario de la palabra, ella misma es el objeto poético que a su vez poetiza: La boca envesada evoluciona evocada en boca acabada o Sin boca no se puede vocalizar las palabras en ningún lugar. En estos aforismos Iván Navarro busca cuestionar y deconstruir el lenguaje a través de la ruptura, la paradoja o la yuxtaposición para subvertir y cuestionar las formas lingüísticas convencionales: La boca que besa es en ocasiones unívoca; otras recíproca; y otras simplemente equívoca. A la manera de un manifiesto poético el poetanos expone sus presupuestos desde los que enfrenta la realidad y la propia escritura: Las palabras construyen realidades, a través del viento y del sonido, que nunca podrán existir más allá del concepto (…) Las palabras, que dan nombre, no son cosas: mejor dicho, no son las cosas. Son las cosas-palabras o Resonar el cuerpo trae consigo una repercusión: soñar con la palabra-nombre. Se deja de ser cosa, somos: abocados por otra boca que nos evoca.

            Y como si de un río se tratase, en la tercera y última parte, sin que sea una conclusión, desembocan las dos partes anteriores. En ‘Vértigo’, el poeta trata de que el lenguaje sea ahora quien deconstruya su mirada poética creando nuevos significados para viejos significantes, porque:

No hay nada más allá de las cosas

no hay nada más acá de las palabras:

son sin nosotros.

Abismándonos a los precipicios de las propias palabras:

Huyo de aquellos que sentencian,

porque desconfío del orden de sus palabras.

Siento que están vacías,

porque son los otros quien las llenan.

Otorgar un nombre a lo que nos rodea, ya no desde la distancia sino desde el presente que nombra y genera los afectos, en un arriesgado juego lingüístico y conceptual que nos invita a abrir las lecturas y sus relecturas:

El contexto es aquello que se forma

                                                con texto:

                                                            mediante el lenguaje.

Ludwig Wittgenstein dijo: “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”, y, en esta parte, el poeta ha intentado expandir esos límites, explorando los territorios inexplorados del ser humano, explorando los contextos de la propia expresión poética de la palabra. La palabra en Iván Navarro intenta explicar algo que a veces resuena amorfo en nuestro interior:

No consigo definirlo,

                                    repito el intento una y otra vez.

Busco el modo de describirlo

                                    y justo al instante

                                                            se escapa.

Las palabras me resultan                   toscas

                                                            incorrectas,

                                                            erróneas,

                                                            flácidas,

                                                            estúpidas.

Vuelve de nuevo el intento

Un intento de aprehender lo indefinible a través de la ambigüedad y la fragmentación, de la exploración de las contradicciones y las paradojas, demostrando una capacidad inigualable entre contenido y expresión para lograr su propósito. El vértigo de la palabra nos palpita.

            No podemos dejar de mencionar en esta breve aproximación a un poemario tan aparentemente sencillo, pero de una enorme complejidad, las sugerentes fotografías que jalonan el libro, obra del propio autor, que amplifican las interpretaciones, pues, como Nietzsche decía, no hay hechos sino interpretaciones; y de todo ello trata este arriesgado ejercicio poético desde la forma y el contenido, alejándose de cualquier poemario que puedas haber leído anteriormente. Te invito a leerlo como la aventura que supone descubrir desde el lenguaje una nueva mirada sobre el mundo y a encontrar ese nombre desde el que reconocerte a ti mismo.

AUTORIván Navarro Lluesma
ISBN9788419589651
PÁGINAS108
COLECCIÓNColección Ites
AÑO EDICIÓN2023
ENCUADERNACIÓNRústica tapas blandas

Patricia Crespo (Valencia). Ha publicado los poemarios Erosgrafías (2018), Cantos de la desesperanza (2020), y Manifiesto de incertidumbre (OléLibros, 2022). Ha publicado su poesía en diversas revistas nacionales e internacionales como Salmacis, Parnaso, Pluvia o Letras indelebles, así como sus poemas y relatos han sido recogidos en varias antologías y obras colectivas. Colaboró con el programa radiofónico “Mar de Muses” dedicado a la poesía. Es miembro de la Plataforma de Escritoras del Arco Mediterráneo y de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional.

Aquí puedes leer los artículos de Patricia Crespo

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