La gente que suele mirar por encima del hombro los productos enlatados no se imaginan el proceso de selección que hay detrás. Se venden baratos porque están industrializados: economía de escala o empleados de pie durante ocho horas revisando mejillones, navajas, almejas, etc. Empleadas, casi todas son mujeres.

Para pasar el corte se requieren unas dimensiones concretas. No hay cabida para la subjetividad. Ancho y largo. En el color, sin embargo, es otra historia y en este apartado es donde tenemos el mayor número de reclamaciones. 

La gente no valora su tiempo. Eso pienso cada vez que leo los informes. Lo valoran tan poco como valoran nuestro trabajo. La hoja de reclamaciones es larga, imagino que debe tomar unos diez minutos completarla correctamente. En diez minutos nosotros rellenamos 82 latas de navajas seleccionadas con mucho cuidado.

La mayoría de las reclamaciones vienen por el color de los mejillones. Cuando la cifra sube por encima del 0.3% revisamos al personal, chequeamos sus exámenes médicos (aunque sean confidenciales) en busca de problemas ópticos o consumo de algún medicamento que vaya en detrimento de la visión, marcamos los expedientes con un asterisco (igual que las latas) y los cambiamos de posición en la línea de producción. Aquellos que acumulan dos asteriscos reciben una amonestación; con tres asteriscos, la carta de despido.

En Galicia se pide el historial empresarial. Somos pocos y nos conocemos. Aquí todos somos familia. Los empleados que acumulan dos asteriscos en la empresa A, quedan marcados igual que los mejillones que no alcanzan el largo premium. La empresa B, la C y hasta el mercado municipal lo sabrán. 

Somos sinónimo de calidad. El marisco gallego es el mejor de España y uno de los mejores del mundo, poca broma. Llamamos marisco gallego al que etiquetamos con nuestra marca, pero siendo sinceros casi todo el marisco de España es gallego. Nosotros envasamos a las principales marcas blancas del país, con todos los mejillones que no han pasado el corte para llevar nuestra bandera.  Se envasa en otra línea de producción con otro jefe.

Aquí nosotros somos premium en el sector de envasados y quiero que el equipo lo entienda. 

Muchos se van antes de recibir un asterisco. Tener un historial impoluto de nuestra empresa es bueno para su curriculum. En otras líneas de producción son más flexibles, por ejemplo: en la de la marca blanca.

El puesto de jefe de calidad es un puesto de responsabilidad. Muchas vidas están en mis manos. El poder me hace lucir más sexy, creo. Las chicas de la línea de color, la más compleja, coquetean constantemente conmigo. Piensan que sigo soltero.

Se lo cuento a mi mujer y se enfada. Dice que debería llevar el anillo en otro dedo. No le respondo, pero pienso que no tendría ningún sentido. Además, lo considero un mal augurio. No soy supersticioso, es solo que si no hubiera llevado el anillo puesto aquel día, no se habría enganchado con la redes. 

Me siento mejor como responsable de calidad de los enlatados que como pescador. Es una suerte que el negocio familiar ocupe todas las áreas y que me hayan colocado aquí.

Yo tuve que reinventarme. Es lo que suelo explicar cada vez que le doy la charla a las chicas que despido. Ellas suelen esbozar una sonrisa que no hace juego con sus lágrimas. Hoy, sin embargo, ha sido diferente.

Hoy, ella no ha llorado. Muy calmada me ha dicho:

—En el fondo, tú no eres mejor que yo. 

Después ha firmado el despido, ha recogido sus cosas y se ha marchado.

Cuando se fue, el despacho quedó en silencio. Entonces me dediqué a observar el vacío que debía ocupar mi dedo anular.


Verónica Avilés Calderón

Escribir me enfrenta a la vida. Es la dosis de humildad que necesita mi ego, la dosis de generosidad que necesita mi alma, la forma de mirar el mundo que me permite afrontar cada día como lo que es: un milagro. Soy la autora de la novela “Arena Negra” (Ed. Cuadranta, 2023) y coordinadora en Irredimibles.com.

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