Se puede decir que esta es una reseña para ser leída por escritores o, al menos, amantes de la escritura, ya que me gustaría hablar de las vanguardias técnicas de esta novela y cómo Andrés Neuman las aplica de forma casi imperceptible para el lector, a la narración de una muy buena novela.
Hablar Solos de Andrés Neuman es una novela publicada en 2012 por Alfaguara con una interesante relación de tres narradores, la de Mario (padre), Elena, (madre) y Lito (hijo de 10 años).
Dividida en 14 capitulos, como un soneto, en el que cada personaje narra un capítulo de forma consecutiva: (Lito, Elena, Mario, Lito, Elena, Mario,…, Lito, Elena). La secuencia, al ser de 14, pierde la última voz de Mario. Esta elipsis conjuga de forma soberbia con el fondo de la novela y no ha mayor acierto para un artista que casen forma y fondo.
La falta de la voz de Mario en el último capítulo es uno de los mayores logros de la novela pero me gustaría pararme en otra cosa. Si hay algo sobre lo que se piensa mucho en los círculos literarios ultimamante es en la hibridación de géneros. Traspasar los géneros clásicos, la prosa, el ensayo, la poesía, el aforismo como modo de ruptura y creación literario. Lo apunta Gines Cutillas en esta entrevista en Kopek:
“Me parece que los géneros puros están destinados a morir. Creo que la hibridación es lo que salvará a la literatura”
Y en los últimos años hemos podido leer muchas obras literarias que licuan el género (aunque en general sean etiquetadas como poesía): “Hospital del Aire” de Ernesto García López, “Circular 22” de Vicente Luis Mora, “Vuelo Doméstico” de Carmen Camacho, o el poema “El Tremor” contenido en Demonios de Ben Clark
Pero todas las transgresiones hay que aplicarlas después a la narrativa, y aquí, en esta novela de 2012 Andrés Neuman muestra el camino para contar una historia aplicando las técnicas más rupturistas, en varios momentos, con una narración que empieza en el relato, pasa por el ensayo y acaba en poema en el mismo discurso de uno de los personaje, sin que el lector deje de percibir que, lo que está leyendo, es una novela. Para muestra este ejemplo en uno de los capítulos que narra Elena:
“Vivimos en elipsis.
Alguna vez habíamos conversado con Mario de nuestros funerales. Mencionamos esas cosas cuando no significaban nada. Cuando empezaron a impor tar, fui incapaz de nombrarlas. Lo extraño es que él también. No sé si fue un silencio o una decisión. Tal vez quiso dejarme elegir. Pero esa libertad me pesa de-masiado: yo hubiera preferido hacer su voluntad. Permitirme obedecer sus deseos habría sido más generoso que legarme todas estas interrogaciones.
raté de planteárselo a Lito de la manera más suave posible (¿suave?) para saber su opinión. Su respuesta me conmovió y me dejó confundida, porque venía a darles la razón a sus tíos. Dijo que prefería un árbol, porque las raíces podían crecer y crecer por debajo de la tierra y a lo mejor un día, dentro de muchos años, se tropezaba con ellas. Le he prometido que iremos con el tío Juanjo a plantarlo.
Me pregunto si un muerto puede tener lugar.
Si señalarlo protege su memoria o, de alguna forma, la limita. ¿De quiénes son realmente esos lugares? De quienes recuerdan. Un lugar para los muertos es un refugio para los vivos. Pero la muerte, para mí, sería más una intemperie. Un traslado constante. Un regreso a cada lugar que pisó o pudo haber pisado el ausen-te. Siento que no podría ir a la muerte de Mario, porque vivo instalada en ella. Porque está disgregada en todas partes y ninguna. Nunca sabremos dónde anda
nuestro muerto.
Un árbol se queda quieto. El mar vuelve. Tengo razón.
Pero un árbol crece. El mar no. Tienen razón.
Pero un árbol envejece. El mar se renueva.
Tengo razón.
Pero un árbol puede abrazarse. El mar se esca-pa. Tienen razón.
¿Pero? “
Pablo Llanos Urraca
Colaborador en publicaciones literarias. Ha publicado el poemario “Manual de Modelado de Corazones para Hombres de Hojalata” (Ed. Cuadranta, 2022) y artículos en revistas como Quimera, Culturamas, Purgante o Letralia. Sus relatos han sido publicados en publicaiones como Orsai, Librújuja, Pluma Fanzine, Madera Berlín o Pappenfuss. Cocreador del magazine Irredimibles.