Mañana me voy (Abada Editores, 2023) completa, por ahora, la obra narrativa del madrileño Victor Colden. Se trata de el diario de una marcha a pie de seis días por la comarca soriana de Tierras Altas. Una crónica de viaje y al mismo tiempo un ejercicio de introspección, una declaración de amor a la naturaleza y un canto resignado de esperanza.
Vctor Colden empezó a fraguarse en el mundillo literario con algunas traducciones del inglés y el italiano, incluyendo la de una selección de poemas de Vincenzo Cardarelli. Mucho más tarde, del 2001 al 2005, y bajo seudónimo, trabajó en su Cuaderno de lengua una cincuentena de «crónicas personales del idioma español».
Su carrera literaria se vio lanzada cuando la editorial jerezana Libros Canto y Cuento, que dirige el escritor José Mateos, tuvo la vista de publicar en 2019 su novela Inventario del paraíso y en 2020 una colección de prosas literarias titulada Gazeta de la melancolía.
Victor Colden es un autor persistente y de esta cualidad vio la luz en 2021: Veinticinco de hace veinticinco, breve relato autobiográfico, editado porNewcastle Ediciones. Un año después, Pre-Textos, publicaba su novela Tu sonrisa sin temblar, que cuenta una historia de amor adolescente en el Madrid de la Movida y los atentados de ETA.
El próximo Martes 24 de octubre, a las 19.00 h, Victor Colden presentará “Mañana me voy” en la Librería Antonio Machado (Plaza de las Salesas, 11), en Madrid, acompañado por el escritor Enrique Andrés Ruiz. Le seguirán más presentaciones que puedes consultar en la web de Victor Colden. Si no puedes asistir a ninguna de sus presentaciones, Victor ha tenido la persistente generosidad de dejarnos unos extractos de “Mañana me voy” para todos los lectores de Irredimibles:
Extractos de Mañana me voy
Víctor Colden
Hace unos minutos, saliendo de Magaña, he experimentado una impaciencia deliciosa, la misma de otras ocasiones. ¡Echarse a andar! He aspirado hondo el aire gélido de la mañana, me he ajustado la mochila con determinación y he sentido cómo se me esponjaba el ánimo. En una de las minúsculas huertas, a la salida del pueblo, me ha despedido un ciruelo en flor. Cantaban los pájaros y reía el arroyo de Fuente Fría en el fondo del barranco: una orla blanca entre chopos desnudos.
Cuando marcho por uno de estos caminos, intento imaginarme a las personas que transitaron por ellos siglos atrás. Cuánta soledad, cuántas ilusiones; cuánto vino, cuánta agua y cuánta sed; cuántas risas y amargura, cuántas historias. Es reconfortante sentirse pequeño. Sólo soy uno más.
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¡«Decir la verdad»! Qué sencillo y ambicioso era el proyecto de escritura de Stendhal en sus Recuerdos de egotismo. ¿Lo conseguiría? También yo querría decir la verdad. Ahora bien, la verdad no es siempre la que parece y además el que escribe es otro. ¿Qué verdad quedará reflejada en lo escrito entonces? ¿La de quién exactamente?
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A lo mejor he renunciado a saber quién soy. Por ahora me contentaré con esta frase: «Soy un caminante que escribe». O con su reflejo en el azogue renovado del tiempo que se va: «Soy un escritor que camina».
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Hay dos dulzuras hermanas, aunque distintas, la del amanecer y la del anochecer. En la calma del crepúsculo vespertino ya sabemos lo que viene luego –lo inevitable–, pero de madrugada, desde que la tiniebla empieza a desteñirse muy poco a poco, todo es posible y resulta difícil no acabar sintiendo algo parecido a la esperanza.
Imbatible es el alba, de una condición superior. Ojalá nunca terminara de amanecer y el sol no dejara de ser una promesa a punto de cumplirse. Yo seguiría caminando en este frío puro, en este silencio puro, en este asomo de luz pura y pudorosa, que nada mancharía.
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A la intemperie, en la soledad del camino, se abren pequeños momentos de refugio en los que hago mi hogar. La fuente. El humilladero. La merienda. La superficie de colores apagados del mapa. Los dos minutos que dedico a anotar unas frases en el cuaderno. La nogala a cuya sombra me acojo. Soledad no significa siempre desamparo.
Bajando el barranco de Sancabrás, me he sentado en una roca. Miro el cielo, las nubes grandes como henchidos galeones sin prisa. En este silencio, en esta placidez, nada es imposible. Tal vez si me quedara quieto un rato, la tarde no terminaría de pasar: permanecería suspendida en el aire que tiembla.
A lo lejos ladra un perro.
Respiro hondo.
¿No es todo esto, también, mi casa? Por eso he venido.
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Víctor Colden (Madrid, 1967) es licenciado en Filología Románica. La editorial Libros Canto y Cuento publicó en 2019 su novela Inventario del paraíso y en 2020 la colección de prosas literarias Gazeta de la melancolía. Tras el relato autobiográfico Veinticinco de hace veinticinco (Newcastle Ediciones, 2021), vio la luz su novela Tu sonrisa sin temblar, publicada por Pre-Textos un año más tarde. Mañana me voy (Abada Editores, 2023) completa por ahora su obra.