Arantza Guinea

Arantza Guinea (Vitoria Gasteiz, 1961). Estudió administración. Escribe desde que era una niña. Colabora en revistas literarias y recitales de poesía. Desde 2008 participa en los encuentros de Poetas en Red y desde 2016 pertenece al equipo de organización del festival internacional de poesía Poetas en mayo.
Algunos de sus poemas se han editado en varias Antologías, pero lo que más feliz le hace son los libros que llevan su nombre: Deshojando amapolas 2015, Zapatos de tacón de aguja 2017, El juego de la vida 2020, Todas las caras de la luna 2021, Un cuaderno en la maleta 2023.


¿Qué es para ti la poesía?

 La poesía para mí es la ventana por la que huir cuando la vida se pone pesada, el motivo para sentarme y relajarme escribiendo.
En su momento, fue la tabla de salvación, he de reconocer que me salvó la vida, que me entregó las ganas de seguir riendo y el placer de vivir.








¿Por qué escribes?

Escribo para ser feliz conmigo.
Cuando comencé a escribir aún era una niña y en ese momento de mi vida, sentía que todo se venía encima, que era incapaz de salir del pozo en el que estaba; demasiada tristeza.
Ahora, lo hago todos los días, esté triste o contenta. Es mi manera de reconocerme, de perdonarme en muchos casos.

¿Qué estás leyendo ahora?¿Y escribiendo?

Estoy leyendo “La chica inglesa” de Daniel Silva, recién empezado, voy por la página 26.
Intento escribir todos los días, preferiblemente por la noche.
Últimamente estoy buceando en la poesía erótica. Me parece una categoría muy difícil porque hay una finísima línea entre erotismo y pornografía y trabajo para que salgan poemas elegantes, no me gustaría caer en la ordinariez.








Adiós a la casa de mis abuelos

La casa donde me crié ya no existe
se la llevó el tiempo, la derrumbó la desidia….
los recuerdos que vivían en ella
desaparecieron entre la niebla de una mañana,
las lágrimas que impregnaban sus raíces,
ahuecaron la firmeza de sus paredes
y se llevaron mis sueños de niña
la higuera bajo la que tantas veces volaba
se pudrió con la tierra mientras yo me alejaba
Ya no me queda nada de aquella existencia
de noches frías con la estufa encendida
de pellizcos en la cama por buscar el calor de mi prima
ya se fueron para siempre las mañanas sin sonrisas
y la mano del abuelo que me guiaba hasta la escuela.
La casa de mi abuelo me refugiaba de las pesadillas
los monstruos que ocupaban mi mente
se volatilizaban cuando me sentaba en su porche
y con un libro en la mano, huía tan deprisa, que la luna me alcanzaba
y asomándose a mis aventuras, jugaba a ser mi madrina.
Pero ya no está, la casa donde crecí se la llevó la desgana
el viento crujió sus ventanas, la nieve, sepultó la memoria
de aquella niña que jugaba a ser feliz y solo era un fantasma,
la soledad carcomió el eco de sus risas y la tristeza arruinó su esperanza.
 
Arantza Guinea

Piedad Perez

Piedad Perez (Barcelona, 1974). Madre de tres adolescentes a los que ha dedicado su vida.
Desde que recuerda, siempre le ha apasionado escribir. Cuando era niña fabricaba sus libros con hojas dobladas por la mitad donde escribía.
Dejó guardada toda su inspiración en un baúl, donde se quedaron cogiendo polvo todas sus ilusiones durante mucho tiempo. Resurgió de nuevo motivada por sus hijos. Entonces era el momento de abrir ese baúl, limpiar todos sus sueños e ilusiones, plasmando en papel todos esos escritos acumulados en ese baúl.
Una de las cosas que ha aprendido de sus hijos es a creer que nunca es tarde.


¿Qué es para ti la poesía?

Creo que la poesía (como el arte) es el mecanismo de defensa más potente del que disponemos, para curarnos, deshacer los nudos y liberarnos. Esta definición está plasmada en mi perfil de instagram; la repito aquí, porque para mí, es la mejor forma que tengo para definirla. Es belleza hecha letras. Es la percepción consciente o inconsciente que tenemos de nuestro mundo paralelo, ese mundo que, sin saber cómo, surge de dentro de forma involuntaria. A menudo, nos desgarra y nos cura, nos llena con sus lágrimas en forma de letras para después vaciarlas con cascadas de emociones. Es la metamorfosis constante que necesitamos, en ocasiones, para mantener la cordura.

¿Por qué escribes?

Comencé de niña a escribir, para evadirme de una realidad dolorosa. Comenzó siendo mi liberación y mi escudo ante todo aquello que no podía expresar con palabras. Continuó siendo mi refugio, mi salvavidas, mi castillo impenetrable y ese mundo que construí, me ayudó y me ayuda a deshacer nudos, curar heridas y a menudo, liberarme de monstruos que creí indestructibles.

¿Qué estás leyendo ahora?¿Y escribiendo?

Estoy leyendo las Crónicas del asesino de reyes, voy por el segundo libro “El temor de un hombre sabio”. No había leído, hasta ahora, este género de fantasía; me está sorprendiendo gratamente y me ha enganchado mucho. Lástima que el día no tenga más horas destinadas a la lectura, para las ocasiones en las que nos falta.
Colaboré, junto con sesenta y dos poetas, en una antología poética benéfica, su nombre es “Sonrisas descalzas” donde todos los beneficios van destinados a los niñ@s que viven en pobreza extrema. Actualmente estoy escribiendo una novela, en este momento estoy en el proceso de, corregir y cambiar cosas que, creo que son necesarias y es casi como comenzar de nuevo a reescribirla.



Poema

Cierro los ojos, intento olvidar dónde estoy, dejo que mi mente me lleve a otro lugar.
Quizás a un bosque verde lleno de grandes árboles, senderos donde perderme.
Corro a través del sendero, me pierdo, huyo.
No tengo miedo.
Árboles gigantes cuyas raíces retorcidas se enredan por toda la superficie verde, dejando pequeños escondites, perfectos para mí.
No tengo miedo.
Intento quedarme dentro de mi escondite, inmóvil, sin respirar.
Encogida como un ovillo de lana, como un feto dentro del vientre de su madre.
No tengo miedo.
Abro los ojos, sigo aquí, en el mismo lugar.
No hay árboles, ni raíces, ni escondites.
Solo escucho repetir una y otra vez, solo es un juego, no pasa nada.
Y todavía espero a que llegue mi turno, porque la partida la estoy perdiendo.
No tengo miedo.
Cada vez me siento más pequeña, más indefensa, más asustada, más sola.
Y sigue la partida de un juego en el que no muevo ficha, ni peón ni caballo.
Solo es un juego, no pasa nada.
Y el juego está dejando heridas.
Heridas invisibles, heridas que escuecen.
No me gusta el juego, ahora conozco las reglas.
He perdido partes de mí que quizás no pueda recuperar.
Has jugado con ventaja y no puedo retroceder.
No tengo miedo.
Quiero dejar el juego, has hecho trampa.
Jaque mate.
Tengo miedo.


Piedad Perez

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