Pedro Lemebel es el reflejo de lo que debiera entenderse como valentía en el estado más puro. Nacido el 21 de noviembre de 1953 en un barrio marginal de Santiago, Lemebel no solo fue excluido por su condición social sino también por su homosexualidad. Son estos elementos los que hicieron de Lemebel uno de los artistas más disruptivos y peligrosos de la escena chilena de los años 80.
Dotado de una pluma con un balance perfecto entre la acidez, el sarcasmo, la dulzura y la cursilería, Lemebel se dedicó buena parte de su carrera literaria a escribir crónicas donde denunciaba la marginalidad social, la escena underground homosexual, el transformismo, la lucha política en tiempos de dictadura, entre otras tantas convicciones. Porque Lemebel era un hombre de márgenes y convicciones fuertes e innegociables.
Si bien su trinchera fue la crónica, la prosa poética y las intervenciones artísticas, Lemebel dejó su huella también en el campo de la novela con una sola obra que dista ‒en parte‒ del tono más auto biográfico que le caracterizó para llevarnos por completo al plano de una ficción digna de Tarantino y que lleva por nombre el verso de una canción de Sara Montiel: “Tengo miedo, torero”.
“Tengo miedo, torero” es una novela de amor, pero una ocurrida en circunstancias atípicas y con personajes atípicos para la época en la que está inserta. La historia la protagoniza la “Loca del Frente”, un personaje gay y feminizado de mediana edad que, por motivos más románticos que políticos, permite que un joven del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (organización guerrillera y de resistencia en Chile) utilice su departamento como bodega para guardar ciertos elementos que de a poco irán revelando una trama que incluye a Pinochet, su mujer Lucía Hiriart y el atentado que sufrió el dictador en 1986.
Escrito en tercera persona, la novela nos va revelando una relación clandestina por donde se le mire, donde la Loca del Frente nos muestra sus pensamientos, vida y emociones a medida que se va enamorando de un joven guerrillero y también involucrándose en un atentado político que pudo haber cambiado el curso de la historia de Chile. Por otro lado, Lemebel intercala secciones donde se mete en la relación entre Pinochet y su mujer, donde sale a relucir el estilo mordaz y denunciante del autor, mostrando la discriminación social y sexual del mundo castrense y el hartazgo de una relación donde prima el interés y el hambre de poder. En ese sentido, Lemebel escribe a un Pinochet campechano, enojón y sometido. Un militar que, pese a ser general del ejército y dictador de un país, nunca dejó de estar subordinado, pues es su mujer la que hace las veces de Lady Macbeth (aunque sin un ápice de arrepentimiento) y se dedica a gestionar el poder.
La prosa de Lemebel tiene el poder de mezclar todos estos elementos, de dotar a personajes de forma y fondo, de hacerlos inolvidables y emotivos, añadiendo dosis de poesía en una Loca del Frente que no sabe hablar si no es por medio de sentimientos, canciones y un romanticismo puro y juvenil.
Si bien la literatura LGBTI+ cuenta a día de hoy con numerosos representantes y ejemplos, y estando nosotros insertos en una cultura mucho más abierta a estas divergencias, creo que es importante de vez en cuando echar mano a estos relatos que podrían parecer de una época muy lejana, pero que se encuentran a la vuelta de la esquina. Lemebel vivió y murió por su causa, una que le llenó de amargor y resentimientos, que le convirtió en un rebelde y en uno de los autores más valientes de la literatura chilena.
“Tengo miedo, torero” fue publicada en Chile el año 2001 y se encuentra disponible en la editorial española Seix Barral.
Mauricio Rojas
Escribo un poco para escaparme y otro tanto para encontrarme. También para llenar esos vacíos y poner en duda todo aquello donde se presuma certeza. Por último, escribo por contradicción, por impulso y por necesidad. En palabras de Lihn: “porque escribí estoy vivo”. Además de escribir, en Irredimibles coordino las publicaciones en Instagram.