Érica Alri es el pseudónimo de escritora de esta esta escritora novel, nacida en Vigo en
1983.
Entre sus facetas profesionales está la de vender libros. Ahora que además de venderlos
ha escrito Arroaces en el cielo, espera que ser escritora sea algo recurrente en su vida.
Aunque acaba de publicar en abril de 2023 su primer libro con la editorial Cuadranta,
ella misma se recuerda escribiendo desde niña y ganando infinidad de segundos premios
de literatura. Le apasionan los libros y relatos de fantasía, y ama la poesía como idioma
de las emociones.
Su amor por el cine, la música y el humor, dan pinceladas a todo lo que hace, hasta el
punto de ver sobre su cabeza bocadillos blancos flotantes cuando hablas con ella.


AZUL

Lo difícil es contar cuántas veces he tenido que perder el tiempo con tu parte indescifrable.
Contar jeroglíficos por segundo.
Convertir tus misterios negros en un color,
para no cansarme.
Con un color, pensé,
puedo vestirme de ti o soñarte.
Como una trampa.
Puedo dibujarte.
Por eso el borrón de tinta de tu dibujo.
Para lograr una mancha azul.
Como tú.
Indescifrable.
Leí una vez que el azul en la antigüedad no se consideraba un color.
Mis vaqueros azules desgastados parecen un poco tú.
Puedo lavarte.
Llevarte.
Amarte.
A
La
Moda.
Y a todas partes
CALCETÍN

Estuvo media hora buscando el calcetín rojo. Sabe el tiempo que lleva escudriñando las esquinas entre esas lavadoras monstruosas porque al llegar, una mujer con acento extranjero a la que le olía a vainilla su ropa doblada le dijo la hora. Cuando le preguntó "¿has visto un calcetín?" la chica le respondió con acento de aire francés "las nu-e-ve y on-sze" Decidió no buscar el calcetín ni un minuto más. Mientras cierra la puerta de la lavadora que había usado, nota un papel asomado por debajo que no puede resistir coger. Dos dobleces menos y logra leer en tinta de bolígrafo azul: <<Si quieres volver a tenerlo, mañana ven a conocer cuál el rescate. Aquí a las 9:11>> Andrea se gira de golpe. Respirando acelerada busca a la francesa. Ya no hay nadie. Mira a todas partes buscando algo aún viendo nada. Suena una canción de los 90 en el hilo de la lavandería, se fija en la música. Parece una de Oasis. - Pero, ¿cómo puede saber esa mujer toda la historia de mis calcetines rojos? -dice en alto. Y mientras sale de la lavandería arruga la nota para guardársela. Entonces recae en que en esa bola arrugada hay un nombre escrito que no había visto antes. Era la parte trasera de la nota. LUCAS, ponía en mayúsculas. -PERO ¿QUIÉN ES LUCAS? -grita ya en la calle. Y al guardar el papel enroscado en su bolsillo derecho, tropieza en su mano un trozo de tela. La saca. Y vuelve a gritar: - ¿EN SERIO ESTABAS AQUÍ? ¡MALDITO SEAS CALCETÍN DEL DEMONIO! ... Andrea vuelve a casa pensando, que aún con sus dos calcetines volverá mañana a las 09.11h y sonríe...
CAMINO A CASA

Camino y desando.
Hormigón y asfalto.
Sol invernal.
Invierno primavera.
El temblor de mis piernas
Mis fobias a su cama
Su cama como meta.
A tumbos.
Camino y desando la ciudad. Camino y desando.
Hormigón y asfalto.
Sol invernal.
Invierno primavera.
El temblor de mis piernas
Mis fobias a su cama
Su cama como meta.
A tumbos.
Camino y desando la ciudad.
Camino las rutas de cinco minutos en media hora, las de media hora en hora y cuarto y las de hora y cuarto en tiempo agonía. Voy a tumbos de aquí para allá.
Camino despacio, a veces cojeando, intencionadamente
.
Cojo autobuses que dan vueltas, que no me llevan directa a casa, adrede.
La vida en horas de transbordos. A tumbos de aquí para allá.
Los semáforos siempre en rojo, aun cuando están en verde.
Cruzo todos a la segunda, disimuladamente, por desdén.
Paro en los escaparates menos interesantes. Las fajas de la mercería, los grifos de la ferretería, el detergente de oferta de la droguería, y esquivo un coche que se cruza en la acera, en su puesta a punto en el taller.
Juego con el cable de los auriculares. Cambio de canción constantemente en el mp3.
Si tengo un buen día, crearé en mi cabeza, unos minutos musicales con el tipo raro que me cruzo cada día al empezar la avenida, que lleva un pucho de ACDC y una camisa a cuadros mugrienta que siempre huele a café.
La señora que pasea los apios salidos del carro de la compra que llevo delante y la chica del pantalón de Adidas que me pidió disculpas cuando cruzamos la calle y me golpeó porque no la vi venir.
Pueden participar todos hoy en este musical con copyright 2007 de aires de los 90, porque ha empezado a sonar en el aleatorio, una de Jamiroquai.
Si tengo un buen día llegaré a casa cantando. Mamá sabrá que hoy tengo ganas de reír. Pero no he comprado boleto en la lotería de los buenos días.
Haré el camino largo.
Transbordos de agonías.
Piruetas en gris asfalto.
Bailes con desconocidos.
Y llegaré con mala cara,
recorrida de mala gana esta ciudad.
Maldiciendo el transbordo de la vida
que a ella la mantiene en cama
y a mí en un musical.

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