Metaversos: “Mírame a los ojos que yo te veo” de Margalida Gari Font

Margalida Garí Font se presenta como enfermera, pero es escritora de prosa poética. O sin el pero. Es ambas cosas al mismo tiempo y probablemente muchas más. Nació en 1991 en un pueblo de 3000 habitantes en el centro de Mallorca, quizás eso le enseñó que lo pequeño también importa y que lo que nadie ve es porque nadie lo mira.

Con la humildad de la autora que publica su primer libro, piensa de si misma que es más lectora que escritora, que es una mujer que intenta escribir lo que el mundo calla, como aquella voz que es grieta sin dejar de ser camino. 

En 2021 la Editorial Cuadranta. publicó su primer libro “Arkhé”, cuyo título está tomado del término filosófico que define el origen de todo. “Un día aprendí a volar y ahora solo sé escribir qué color tiene el viento cuando abro las alas.
Puede que no sepas dónde se encuentra el origen de todas las letras pero no existe principio que no haya sido antes un final.
Aquí lo tienes, el principio de un gran final.

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Margalida quedó semifinalista en el IV Premio Nacional de Poesía Viva “L de Lírica” organizado por Ámbito Cultural en 2022 y nos ha cedido el poema inédito con el que participó en este certamen, por lo que los Irredimibles le estamos universalmente agradecidos.


“Mírame a los ojos que yo te veo” (Margalida Gari Font)

Carla y Marcos siempre fueron gemelos.

También sin llegar a ser.

Tenían 39 semanas y el mundo les etiquetó de a término.

¿Cómo se llora a alguien que nace sin nacer?

¿Cómo se pare a la muerte a través de la vida?

¿Cómo se le explica a una madre que sus bebés ya no?

Dime sinrazón,

¿De qué color es la negra noche cuando está estrellada?

Se llamaba Wass pero nadie nunca le llamó.

Su mirada era un vacío legal entre la muerte de un suicida

y la de un soldado errante.  

Sus ojos estaban llenos de salidas de emergencia.

Los míos de entradas sin demora.

Nos equivocamos de dirección.

Los dos llegamos tarde.  

Se llamaba Wass.

Tenía buena puntería.

No se falló el disparo.

Nadie nunca le llamó.

Ahmed decía haber nacido del mar

porque el agua era su primer recuerdo.

Vino como tantos, naufragando desde un desierto.

Sobrevivió a su hija Fátima.

Ahmed no tenía enfermedad alguna pero estaba muy enfermo.

Le encontró María en su paseo por la playa.

“He visto un cuerpo flotando pero parecía más una barquita”

Ahmed siempre fue eso, un barco a la deriva.

Juana me esperaba a través de su ventana.

Con los años se había olvidado del olvido y

ahora ella era su mejor recuerdo.

Nunca supo quién era yo pero yo sí sabía quién era ella.

Eso siempre nos dio un lugar privilegiado en la memoria.

Un día fui a verla pero ya se había ido.

En su ventana una nota decía: Me llamo Juana, espero a la enfermera.

María sabía que se moría.

Tenía consciencia plena de la muerte.

Que es lo mismo que decir que María sabía que vivía.

Porque María, si algo hacía, era vivir.

Vivía como pocos, con el corazón encerrado en la palabra primavera.

María fue un jardín lleno de flores.

Y las flores no se pueden escribir.

Sara gritaba apretando los dientes.

Ella sola, en un bunker de guerra.

Gritaba por su país, por su tierra,

por su marido, por su bebé naciendo y por ella.

Era un grito desde el silencio.

Salvaje. Inalcanzable. Voraz.

Descansaba unos minutos rozando la inconsciencia

luego regresaba al grito acompasándose con los bombardeos de afuera.

Cuando nació la niña Sara aun gritaba.

Gritaba de impotencia.

Gritaba de alegría.

Gritaba de amor.

Gritaba como se le pueda gritar a la vida, a pulmón entero.

Abrazó a su cría. Le gritó también a su llanto.

Pero entonces, Sara, miró a su hija y dejó de gritar.

“Esperanza, tú hija mía, te llamas Esperanza.”


Margalida Gari Font

3 comentario sobre «Metaversos: “Mírame a los ojos que yo te veo” de Margalida Gari Font»
  1. Sorprende de una autora joven esta implicación social. Este intento de dar voz a los “nadies”, como les llamaba Eduardo Galeano. Solo merece ser aplaudida quien antes de contar se dedica a escuchar.

Los comentarios están cerrados.

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