Todo empezó con un “Erase una vez…”

Estaba tratando de escribir un cuento infantil cuando me di cuenta de que mi bagaje cultural en literatura infantil y comic era más bien pobre. Así que tras un poco de investigación y otro poco de pregunta por aquí y por allí me dirigí a  una conocida cadena de productos culturales con una mediana lista de títulos. No tenían casi ninguno. Cuando en la lista llegué a “La cosa perdida” y se lo indiqué al dependiente/librero, este me dijo: “Ese sí, sígueme”  Y me llevó desde la sección infantil donde nos encontrábamos a la de cómics para jóvenes y adultos. Y allí, tras rebuscar en las baldas, me tendió el ejemplar del “cuento ilustrado / cómic para adultos” escrito e ilustrado por Shaun Tan.

En cuanto llegué a casa y me puse a ojearlo saltó a mi vista el cerdito volador y las tres chimeneas que componen el sello de la administración pública de la sociedad en la que se desarrolla la historia. Una sociedad que recuerda a de la película Brazil de Tery Gilliam.

A uno, que se jacta de tener cierta cultura pop, le viene a la mente enseguida los cerdos y las chimeneas del Animals de Pink Floyd.

Así que con esta premisa me voy introduciendo en la historia. Las historia de un adolescente un poco particular que colecciona chapas y que se encuentra una cosa de dimensiones escandalosas y decide adoptarla. Una especie de cafetera mastodóntica con pinzas de molusco que se alimenta de adornos de navidad y suspira con melancolía.

Bajo una ilustración espectacular y llena de detalles hasta en el más mínimo hueco de los márgenes vuelvo a encontrarme con una imagen familiar: el adolescente y su cosa vagan por las calles por delante de un edificio:

Dejo el comic abierto boca abajo para no perder el punto de lectura, voy a mi estantería a por el ejemplar de Hopper, de Mark Strand y paso rápido sus páginas hasta llegar a “Early Sunday Morning”. Y efectivamente, sonrío como si hubiera encontrado una chapa que perdí en la infancia.

Early Sunday Morning – Edward Hopper


A estas alturas, rendido al comic, busco en la red y descubro que no es la única referencia pictórica del álbum. Hay dos cuadros más utilizados para que la cosa perdida se pasee por ellos. Uno de ellos es Collins Street 5 p.m de John Brack, que está justo debajo de la viñeta dedicada a Eduard Hopper.

Collins Street 5 p.m. de John Brack.

A estas alturas solo me queda recomendar con pasión el cuento infantil o álbum ilustrado o cómic. No sin antes volver a su portada y comentar que también se trata de una versión de Cahill Expressway de Jeffrey Smart.

Entre cuadro y cuadro, entre ser y ser extraño, transcurre una historia contada de forma muy sencilla y con mucho trasfondo sobre lo que significa ir dejando atrás la capacidad de ver las cosas únicas que nos rodean y dejar de coleccionarlas, como quién deja en un caja cartón en el garaje de sus padres su vieja colección de chapas:

Shaun Tan recurre en muchas de sus viñetas a planos y secuencias similares a los que se utilzan en el cine, casi como si se tratase de un story board, por lo que no es de extrañar que en 2010 el propio autor junto a Andrew Ruhemann dirigieran un cortometraje con la historia de “La Cosa Perdida” que se hizo con el Oscar al “Mejor Cortometraje de Animación” y ahora, de vez en cuando, se puede disfrutar por la red:


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