Por Iván Navarro

Hoy traigo un poemario peculiar. Carmen Yeves escribe desde la necesidad de mostrar un proceso de duelo. Principalmente extiende sus versos alrededor de un dolor generado por una relación desafortunada, podríamos decir.

              La autora ha dividido su texto en cinco fases: nido, pira, llamas, cenizas y Fénix. Y utilizo fases por una sencilla razón, aunque la autora metaforice con las fases del resurgir de un Fénix, podemos encontrar una concordancia directa con las fases de un duelo que perdura en los años: la negación, la ira, la negociación, el derrumbamiento y la aceptación. Aquí, en este poemario, puede comprobarse que el tiempo subjetivo para lidiar con el dolor debe transcurrir, principalmente, en la apropiación de este.

              Esta apropiación del dolor, dirimida y trabajada a través de la poesía, se apodera del recuerdo y de los hechos más significativos para darles una forma que articule lo interior y lo exterior.

              Lo interior concierne a las heridas y frases recurrentes que se enquistan en un discurso íntimo y que articula un círculo vicioso y devastador: reproches hacia la propia persona, formas de resolución que nunca se dieron y que cambiarías tras el paso del tiempo, formas de ser y estar antes situaciones vividas, etc. Y lo exterior como presión social ante una caída emocional y de identidad que la propia persona mitiga con una imagen acorde, o próxima, a las exigencias de los otros.

              Estos dos puntos fluctuantes pueden encontrarse en pasajes y versos que la propia autora construye, como por ejemplo: te amaba a ti,/ única y exclusivamente a ti. / Siempre fue así. / Por encima de cualquier cosa.

              Vemos que ese modo de vivenciar aquel amor, de revivirlo con los versos, posiciona a la persona que ama en un lugar de suplantación: tú y mi no-yo. Ese modo de vivirse enamorada marcará posteriormente una etapa de una intensidad inversamente proporcional.

Cuento cicatrices y lunares/ […] / La contabilidad de mi carne / […] / Las facturas de mi cuerpo.

              La autora con estos versos nos hace entender que el cuerpo es el lienzo donde quedan reflejados los recuerdos: donde los hechos toman forma en función de la imagen que uno tiene de uno mismo después de un hecho traumático. Además, añade una cuestión; la contabilidad. Esta palabra no debe de pasar por alto por dos motivos fundamentales: el primero es que aquello que se contabiliza entra en juego con la función de la mesura; segundo, porque contar conduce a la necesidad de graduar la intensidad de los recuerdos.

              No sé si el cuerpo y lo número forman parte de la intención de la autora, pero hay una formulación en los versos que deja entrever que el dolor, el cuerpo y la deuda van de la mano.

              Antes de concluir me gustaría enfatizar en algunos versos, para nos destripar el contenido completo del poemario, que conducen a la reflexión. Nos encontramos con L()cura y sus primeros versos: A la locura se la juzga/ se la intenta frenar y controlar./ Hacer cordura lo que irremediablemente es algo excepcional./

              O en Cenizas: La inconsistencia de mi piel/ que se deshace entre los dedos,/ carne marchita, la materia gris jamás vista./ Consumida por mi propio fuego./ Hasta se ceniza./

              O los siguientes versos de otro poema: Dejo rastros de saliva y dibujo caminos con la misma,/ en direcciones contrarias y aleatorias./

              O en Mi piel: He decidido que la piel es/ solo piel y que mis cicatrices son arte./ Que mi piel es solo mía./

              En estos últimos versos que he querido rescatar del poemario encontramos la última fase del proceso de duelo: la aceptación. Donde la piel, en un primer momento del poemario contenía cicatrices donde se acumulaba el dolor, el defecto y recuerdos inasumibles, finalmente se transfigura en un lienzo donde la propia autora dibuja y reescribe los afectos.

              Para concluir, es un poemario donde se muestra una intención por parte de la autora muy clara: que el lector sea partícipe y entienda su experiencia.

Puede que sea un primer paso hacia una autora que tenga, en un futuro, más que decir.

ISBN: 978-84-19759-01-6

Editorial: Talón de Aquiles

Autor/a: Yeves Marco, Carmen

País de publicación : España

Idioma de publicación : Castellano

 


Iván Navarro

Psicólogo Social, Investigador y Psicoanalista. Socio de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de Valencia. Es autor de los poemarios Necesaria subjetividad (2021, Cuadranta) y Porque nadie sabía como llamarte (2023, Ole Libros) Es coordinador de Mínyma.

Un comentario en «Reseña de “La mujer Ave Fénix” de Carmen Yeves»
  1. Muy de acuerdo, con tu opinión. El perfecto espejo entre las fases de un duelo con las fases de un Fénix. Me ha gustado mucho el libro y me he sentido muy identificado. El libro lleno de metáforas con las que una persona, por suerte o por desgracia se siente identificado. Ilustraciones preciosas, lectura fácil, amena, libro de ayuda y que visibiliza esa experiencia traumática, que por desgracia la mayor parte del mundo ha tenido que sufrir.

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