La gran ola
tan majestuosa,
encerrada en sus 37 por 25 centímetros de superficie
tragándose todo:
el Fuji, tres barcazas, un puñado de remeros.
Ahora salpica la mirada
de ese hombre
que pulula por el museo
sin rumbo cierto.
Él,
tan extraño,
dueño de sus cincuenta y dos metros cuadrados
secándose los ojos llenos
de esos botes, 30 hombres, un monte.
Entonces piensa en la esposa
de un pescador
que naufraga
en un museo.
Ella,
tan sola,
encerrada en su metro sesenta de estatura
imaginando que cabalga,
en un bote de algún hombre, la gran ola.
Sabe que, al cerrar las puertas,
junto con sus sueños
se hundirá
en el mar.
Es un poema descomunal!
Que gran ola si! Surfean ésos versos!