«Habitualmente, cuando se dice que algo es insignificante, se alude a un contexto determinado. Y así, algo será o no insignificante en tanto que así lo sea en ese contexto concreto. Pero aquí apunto en dirección a otra forma de insignificancia: la de aquella que escapa a nuestros sentidos, la de aquella que apenas se nota, que expone su fragilidad o que nos parece de poca importancia, como la de escuchar la sonoridad producida al caer al suelo una hoja de árbol […]».
Con este pequeño extracto de la introducción del libro In-significancias poéticas de Bartolomé Ferrando hago valer mi intención de mostrar mi propia lectura. Hay una cuestión clave en toda la poesía de Ferrando, la imagen poética.
Nos invita a jugar constantemente con las diversificaciones posibles de los significados de las palabras y de la imágenes que le dan cuerpo; buscar el quiebro necesario del pensamiento común para indagar a lo supuestamente insignificante.
Como bien comenta el propio autor, lo insignificante depende de la atención que el sujeto, dentro de un contexto determinado, deposite algo de sí al objeto que tiene delante; al elemento material que percibe; al suceso que acontece sin precedentes cada día sin apenas darnos cuenta. La cuestión, entonces, es dar cuenta, contar, comentar, aquellos sucesos que en sí mismos pueden precipitar otra posibilidad.
Ferrando hilvana, con los tejidos de los significantes, imágenes poéticas que tocan los sentidos del cuerpo. Es una poética del cuerpo, de la sutileza perceptiva del cuerpo, que genera una escansión que permite liberar el pensamiento; el lenguaje enjaulado de lo general y universal.
Hay una apuesta fehaciente por la particularidad, o mejor por la singularidad, de la mirada:
toco con mis manos
la piel
de una piedra
Mi atención, en este poema, se dirige a varios aspectos insignificantes: la distancia existente entre versos para generar un vacío necesario para su lectura (una pausa, un silencio, una respiración que acompaña un ritmo liviano), la sencillez de sus versos que dan lugar a contemplación de la imagen poética (que emerge en cada cual de un modo singular), la re-significación de la piel que conduce a otras posibilidades al pensamiento y la apuesta visual de la composición del poema que acompaña el suceso insignificante.
Quien se adentre en este poemario se encontrará a sí mismo como lector. ¿Qué supone esto? En mi caso encontrar un ritmo distinto, una búsqueda por la imagen poética que articule algo nuevo, dejarse sorprender por los aspectos fenomenológicos que el autor plantea, enfrentarme de nuevo a mi propia escritura para agrietar las sílabas y las palabras, a fin de cuentas, dejarse tocar por lo in-significante.
oigo
gritos
atados entre sí
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encuentro
una miga de pan
abandonada
sobre la mesa
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el espacio
se llena
de andrajos de luz
Los matices son el punto de apoyo necesario para articular ese abandono de la miga de pan, para imaginar como posible los andrajos de luz y replantearse que los gritos y los sonidos pueden tener textura que den lugar a un nudo.
Invito a cualquier lector, en especial a los lectores que tengan inquietud por la búsqueda de un cuestionamiento sobre su propia escritura, y por el simple hecho de querer mirar, que lean a Ferrando (escribo algunos títulos: Trazos, Nudos de viento y En la frontera de la voz).
En esta ocasión, y para la extensión que me ocupa en este contexto, me he visto en la necesidad de centrarme en la in-significancia poética rescatada por Ferrando, para encontrarme a mí mismo observando la silenciosa sequedad de una hoja devorada por la ansiedad de la luz.
Iván Navarro
Psicólogo Social, Investigador y Psicoanalista. Socio de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de Valencia. Es autor de los poemarios Necesaria subjetividad (2021, Cuadranta) y Porque nadie sabía como llamarte (2023, Ole Libros) Es coordinador de Mínyma.