Girasol que mira hacia otro lado, por Atalanta

1. Eres mi luz

Cuando Primavera se torna en niña

corre despreocupada por la orilla del acantilado.

Viento, con su único dedo, la empuja hacia el abismo

ella se tambalea en el quicio del mundo y cae.

Grita, sin voz, mientras se desliza lentamente hacia el suelo.

Asustada, te susurro al oído ¿Qué será de ti, amor, sin Primavera?

Te despiertas y le envías un ángel de esos que llevas

siempre dentro de algún bolsillo.

Él, extiende sus alas y la acurruca con tal delicadeza

que Primavera feliz, llora.

Agradecida le regala ese tilo del Parque del Oeste

ya sabes cuál te digo, el que vino de lejos y dejó la alambrada

llena de sangre verde.

Enamorado, el ángel la lleva hacia la Luz y Primavera ríe, tanto, 

que cada carcajada se vuelve mariposa.

Entonces me doy cuenta de que te quiero.

Porque tú eres mi Luz y a mí me salvas siempre.

En verano eres brisa dorada y cervecita fría.

Yo contemplo el asfalto calcinado con la vista nublada

tú eres tormenta y bañas las estatuas del Parque del Retiro.

Te presiento en las gotas que agujerean el Lago,

en las hojas que duermen en el suelo.

Estás en los barquillos que el abuelo me untaba en batido de Luna,

en aullido de lobo enamorado

y en el churrete que deja un helado derretido en el brazo de un niño.

Eres huella en la arena que no se borra nunca

y girasol que mira hacia otro lado.

Te quiero porque siempre me salvas de todos y de todo,

sobre todo de mí.

En otoño te esperaré con mi vestido de lunares nuevo

y la impaciencia que da la juventud perdida

llegarás sobre esa bicicleta que nunca tuvo frenos

con el pelo revuelto y la barba de niño.

Me invitarás, de nuevo, a ver Dersú Uzalá 

y volveré a creer que los hombres son buenos.

En el templo de Debot me leerás tu poema.

Después de saludar a los fantasmas del café de Oriente, 

tomaremos chocolate sentados frente a la chimenea

y te daré un abrazo interminable

deseando que nunca se acabe ese momento

porque sabré que luego nos va a llevar el tiempo

y sólo quedará el eco lejano de tu voz, grabado en mi memoria.

Cuando llegue el invierno 

pasearemos bajo el atardecer azul del cielo de Madrid.

Volveremos al Prado, a la sala en la que nos conocimos

yo hablaré a la Menina, tu escucharás al perro que reposa a su lado.

Después nos buscaremos entre las pinceladas y el sueños de los genios.

Te encontraré en el joven que posa con Vulcano, porque es igual que tú.

Dirás que soy la Europa del cuadro de las Hilanderas

y nos regañarán, como hacen siempre, por besarnos mirando a la Duquesa.

Pero que nos importa, si nos queremos.

Nos sentaremos en las escaleras escuchando la canción del maestro:

“Hoy que te amo, dejará de ser la Libertad una palabra escrita en la pared”.

Y transcurrirá el tiempo y se amontonarán en mi cabeza,

cientos de instantes y miles de momentos.

Hoy que no estás, te siento en el viento que empujó a Primavera,

en el viejo Retiro de mi infancia,

en el cine Doré, leyendo los subtítulos de películas mudas

en el Velázquez qué habitas en el Prado.

Cada tarde, te leo en el jardín del Príncipe,

porque tú eres mi luz y siempre me salvas,

sobre todo, de mí.
2. Palabras del Corazón

El corazón puro no crece

es como un niño que

sabe muchas palabras.

El corazón puro no miente,

cuando dice amigo

te ve a ti defendiéndome 

de esos que dicen que soy diferente.

Cuando dice igualdad sabe que las mujeres no somos menos,

no debemos bajar la cabeza ni ir un paso atrás.

Yo digo que somos más porque te llevamos en nuestro vientre

y no se rompe el halo invisible que nos une, ni con la muerte.

Cuando dice justicia sabe que nadie debería morir en medio del mar

por ir en busca de esperanza.

Y yo digo que nadie debería llorar por no poder alimentar a los suyos.

Cuando dice infancia habla de juegos y de risas

no de violaciones, ni de tráfico de órganos.

Cuando dice vejez habla de cariño,

de manos arrugadas que preparan el cocido cada sábado.

Cuando dice poesía habla de mi padre, niño de la guerra,

trabajador incansable y perseguidor de sueños.

También dice verja y tijera gigante para acabar con ella.

Dice árbol y toda la tierra se estremece porque el planeta muere.

Cuando dice progreso no dice contaminación, ni especulación.

Dice pozos y cosechas, vacunas y escuelas.

Dice niños que ríen y juegan juntos,

sin importar el color, ni las coordenadas, ni la cuenta corriente.

Cuando dice amor, se refiere a tender la mano, mirar a los ojos y sonreír.

¿Por qué no dejamos que el corazón hable?

3. Un lugar donde soñar

En casa de la abuela huele a café y a buñuelos de viento

no habías vuelto desde que ella se fue.

Tus pisadas mojadas se marcan en el suelo de linóleo.

Te gusta la lluvia en verano, a ella le gustaba también.

Dulcemente, Billie canta Summertime.

Las lágrimas apenas te dejan ver las fotos de la caja de lata.

Te acurrucas en el sofá de nubes,

hay tanta paz aquí.

Por el suelo rueda el anillo de los Nibelungos,

Hércules trabaja doce veces,

Helena se enamora de Paris,

Aquiles tiene un talón de plata

y Penélope teje.

Ulises escucha los cantos de sirena,

Dalila le corta el cabello a Sansón

y los cinco comen emparedados.

Eres un pirata, una bailarina y un perro.

Eres el Príncipe pequeño que rodea la Luna.

Cuando te despiertas todos se van

y la voz de la abuela 

leyéndote mil cuentos

y su olor a lavanda

y sus abrazos

y el vestido planchado

y las trenzas.

Ha dejado de llover,

hay una flor en la entrada.

Es para ti,

te la ha dejado ella.

Cierras los ojos y susurras:

¡Te quiero abuela!

4. Parpadeos

Con los ojos cerrados adivino un destello,

sin querer se me escapa un ligero parpadeo.

Entonces me deslizo sobre un mar ondulado.

Noto el verde del agua,

el amarillo del limo,

el marrón de la roca

y el magenta de los ojos de ese pez.

Primero voy despacio

mecida dulcemente,

después bailo con un delfín que brilla como Luna.

De repente, aparezco en un local oscuro.

Oigo un sonido azul,

es Blue Moon.

La tarareo como a bocaditos

porque a Billie hay que saborearla así.

Cerca, alguien fuma un cigarrillo, ese humo viene hacía mí.

Huyo, porque es de los que atrapan y no quiero que nada me detenga.

Voy hacia un árbol que hay en medio de mi nada,

antes llena de ti y ahora vacía,

lo abrazo.

Él se estremece y me susurra, muy despacio, unas palabras verdes.

Qué distinto sería el mundo si los árboles hablaran más,

pero no quieren.

Él, mi amigo, me catapulta hacia el cielo.

La Luna, como cada noche, me espera,

hoy es un queso con agujeros que se derrite hasta que desaparece.

Al despertar, recuerdo ese viaje infinito que hago cada noche y me emociono

porque he encontrado mis alas.

Vivo cada día anhelando un ligero parpadeo.

5. Manos

Todos tienen manos

todos menos yo.

Extraño ser, dijo el abuelo cuando nací.

Extraño ser, dijeron en la escuela.

Extraño ser, 

extraño ser, 

extraño ser, se convierte en un eco interminable.

Primero lloré

no es fácil ser diferente.

Luego me di cuenta

de que era una mariposa.

Les pregunté entonces

¿vosotros podéis volar?

6. Insomnio

Yo no puedo dormir,

mi gato come galletas

en forma de ratón.

En la tele,

un tío le cuenta a un lama

que no le funciona el wifi

el monje, sin entenderle

le regala una flor.

Su mundo se incendia

con el aroma.

No hay gasolina en Portugal

y necesito ir a Amarante

a navegar por el Tamega,

sin barco,

amarrada a las sábanas que

el viento seca en su orilla.

Desde casa del abuelo

sólo se ve monte quemado

porque un idiota

se ha puesto a hacer bricolaje.

Recito mi mantra de Ho’oponopono,

pongo música relajante

corre el agua y suenan los

cuencos tibetanos.

Necesito desconectar.

El Open Arms sigue dando vueltas

por el Mediterráneo

ni siquiera hay sitio para dormir dentro del barco.

Rux me mira y me interroga con sus ojos amarillos

—¿A dónde pueden ir los sin país, los sin pan, los sin esperanza?

No sé qué contestarle a mi gato.




Por Atlanta

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