Barcelona
En los silencios de la estatua sin nombre
surgió el camino.
Al principio invisible,
después un trazo suave
cual rama que se despereza
movida por el viento.
Poco a poco
el vacío se fue llenando
de expresiones.
El otoño se hizo más amarillo
el cielo más azul.
Y le vi
abrazado a una columna de piedra
prisionero y sin embargo libre.
Rodeado de los suyos, de los otros, de todos.
Ajeno y tan cercano
que sus ojos oblicuos te hacen llorar
e imaginas que la tierra se seca.
A veces, en la oscuridad
se encuentra una luz tan cegadora
que el péndulo de la vida
rueda como una noria y pierde la cuerda.
En la Catedral del Mar
la virgen tiene a los pies un barco.
Las voces resuenan claras.
De las esquinas
se despegan las cenizas
y la nieve se vuelve gris.
Me descalzo
el suelo late
confieso que no es una sorpresa.
Quiero transitar por el puente
que une los edificios góticos
y pasar del presente al pasado
para que el futuro no llegue,
porque se va el ahora
y me empeño en teclear mil veces
una “O” emocionada.
Sé que voy a conocer al genio del tranvía
entre el parque de colores
y la azotea de soldados de piedra.
Subiré en el caballito
de madera que hay en la habitación del niño
dentro de la casa de cristal
y él, pequeño fantasma dolorido,
me tarareara al oído
esa nana que le canté a mi niña tantas veces.
Después el ascensor azul
me llevará al cielo
o al mar, o a unos ojos
y allí notaré el roce de los dedos de piedra
del hombre de los ojos oblicuos.
Entonces sus manos mortecinas
me dirán sin palabras que la vida
es lo que hay entre la realidad y la locura.
Al huracán más fuerte
Sueño con amapolas resistentes
al huracán más fuerte.
Sangrantes y excesivas
como esos labios tuyos
mariposas de besos.
Al huracán más fuerte
siempre le ponen nombre
de heroína malograda.
Sangrantes
se vacían las heridas.
Excesivas
son las palabras que vomita
primavera.
Besos de mariposa
labios de fresa
y la piña todavía es azul
como en los caramelos.
Mientras duermes
Los cristales se posan en tu pelo
pareces dormido.
Los fantasmas relatan mil historias
en mitad del silencio
tú aún no los entiendes.
La gasolina se mezcla con tu sangre
dibujando preciosos arcoíris.
El grifo gotea en nuestra casa
siento mil agujeros en las sienes.
Desearía dormir desnuda entre la nieve
para no notarte, ausente,
para que el frio fuera solo eso, frio.
No necesito anuncios.
Se me ha perdido el alma de repente.
Amanece,
el cielo se queda sin color
la campana no suena, no se atreve
sabe que estás ahí
tapizando el asfalto de terciopelo rojo.
El volante dibuja un corazón
en una mueca estúpida.
La radio emite a veces,
“Sometimes I run
Sometimes, sometimes I hide
Sometimes I’m scared of you…”
Lo sé. No necesito que me cojan la mano.
Tú y yo
empezamos a ser un espejismo
dentro de un cuadro roto.
Tú sangre llega al mar,
te busco entre las olas
observo a la sirena
su dolor, tan grande como el mío, flota.