Leticia Martín Segura, nació en Madrid el año 1983..
Estudió educación social en la universidad complutense de Madrid y desde hace 15 años se dedica a la protección de la infancia desde la intervención familiar.
Más allá de su ámbito profesional, la escritura está muy presente en su vida.
Con ocho años ganó el Primer Premio Nacional Príncipe Viana, y desde entonces, siempre guiada por su padre, no ha parado de escribir: Literatura infantil, cuentos, poemas y reflexiones tanto vivenciales como fantasiosas.
El año 2021 publicó su primer libro, el cuento ilustrado “Cómo Sorprender a un Meñique”.
Ahora se lanza consu segundo poemario “Te acompaño” , en el que se desnuda para compartir su sentir y acompañar, desde sus páginas, a quienes recorren el mismo caminar.
EL BATÍN Hoy he vuelto a su casa, que aún también es mi casa. Y me imagino en sus brazos y recorriéndola a gatas. Dando mis primeros pasos. Leyendo primeros cuentos. Y su mirada orgullosa, que sonrío si la pienso. Mi madre allí me esperaba para poder comer juntas. Dos platos solo aguardaban. Ellos no hablan, ni preguntan. Ellos no saben de duelos, ni de triste pena loca. Ellos, comidita rica, que llevarnos a la boca. "Tengo frío, mami..." Digo. Y mi madre se levanta. Vuelve al momento tranquila, para ofrecerme una bata. Es la bata de papá. La que usó durante años, y ahora le espera paciente bien colgadita en su armario. Quedo un segundo perdida. No sé si puedo aceptarla. Ya me duele demasiado el vacío que delata. Sonríe mamá amorosa, más amorosa que nunca. Estamos las dos más cerca desde que papi ha partido. Y temblorosa me lanzo a cogerla entre mis manos. Temblorosa me la pongo. Temblorosa me la ato. Me abraza fugaz su olor. Parece que no se ha ido. Hoy su batín me recuerda todo el amor recibido. El ser amado hoy es viento, es un recuerdo gozado. Es cuando hacía calor y me compraba un helado. La niña chica que juega a descubrir sus latidos. Hoy es la luz de mis hijos. Es un juego compartido. Es su cuento, es una flor, una lágrima o un beso. Cuando me baño en el mar o me miro en el espejo. Aprender a descifrar y disfrutar de su esencia. A amarlo sin condiciones, sin su física presencia. Hoy su batín me recuerda que hay abrazos que perduran. Amores que permanecen y penitas que se curan.