María Vilariño nace en agosto de 1973 en Madrid. Es amante de la libertad, del océano, del monte, de lo sencillo y profundo, del silencio buscado. 

Descubre la poesía bastante tarde, se enamora de los escritos de Andrea Paster y ésta le da alas.

Aunque nace un verano, sus letras están invadidas por convulsas aguas, la melancolía de los otoños, la rudeza de los inviernos y en última instancia, la floración de la primavera que siempre ofrece una nueva oportunidad.

Se forma como poeta en la Asociación de Escritores Hispanos (Aehisp).

El título de su primer poemario es «Cuerpos de agua». Varios de sus poemas forman parte de las Antologías «Aluna» y «Por amor al arte». El título de su primer poemario es «Cuerpos de agua». Se halla inmersa en la elaboración de un segundo trabajo.

 

María Vilariño

@blueparadi

 

***

SI TÚ ME OLVIDAS

 

Deseo contarte una cosa.

 

Tú sabes lo que siento:

Si observo al sol naciente, en la delgada línea

o veo las olas formando caracolas,

la arena dibujando estrellas,

o las algas de mar dormitando en las orillas.

Si toco el recuerdo que dejaron tus manos,

el olor que perdura en mi memoria,

el color que imprimieron tus huellas,

me conduce a tí,

no existe nada en este lugar,

que no forme parte de ti, de mí, de nosotros.

 

Ahora bien,

si un día decides dejar de amarme,

cerraré mis ojos

cuando vuelva tu imagen,

silenciaré los latidos

cuando escuche tu nombre,

buscaré otra alma

que me disfrute,

que me quiera,

que me haga patria

en sus pensamientos.

 

Pero si cada hora,

cada minuto,

 

cada segundo,

decides protegerme

entre tus brazos,

jurar al cielo

que solo a mí perteneces,

ay amor mío, ay mío,

la ternura, la calidez,

la pasión, la bondad,

se derramará sobre tu vida

y será una llama,

que jamás se extinguirá.

 

***

 

EXISTE LA NOCHE

 

Quizás no exista la noche,

y no sea más que un baile

de manecillas de reloj dispersas,

responsables del paso errado.

 

¡Quién sabe!

 

Vierto letras en oscuro piélago

donde las respuestas no son más

que desafiante marea,

que arrastra hacia ninguna parte…

 

El tiempo ya no cabe

entre mis penitentes manos.

 

¡Pluma y papel se adolecen,

del alma que quedó naúfraga

entre olvidadas piedras!

 

Ven…

 

Ven y rebósame en el azul de tu boca.

Que hoy el viento olvidó calmar las olas.

 

***

 

KUURA

(Rocío helado)

 

De impoluta nieve se viste

el camino de longevos abetos.

 

El silencio penetra el hielo,

fractura en cientos de cristales

el frío enterrado en los huesos.

 

¡Donde la tierra era yerma

ahora crecen fuertes raíces!

 

Vuelo hasta el páramo de tus ojos,

antaño seco y acervo.

Hallo habitáculo de calidez

en lugar de perlada escarcha.

 

La avalancha de mi pecho

en gotas dóciles de rocío se derrite.

Apuntalo mis enguantadas manos

sobre la congelada barandilla.

 

Varada sobre aquel puente,

con la niebla espesa rodeándome,

siento que nada podrá jamás herirme.

 

***

PRELUDIO

 

Desabroché una a una las ventanas

de tu pecho,

me llevó una noche y el alba.

Conocí el sabor blanco y amarronado

de tus calles,

las flores aterciopeladas de tu espalda.

Recorrí la planicie de tu vientre,

dormí en los tejados de tus pestañas.

Me rendí en los parterres de tu boca,

en tus manos de jardín y hiedra.

No hay semáforos en la desembocadura

de tu río,

sí aves brotando del pozo infinito

de tu ombligo,

dejé tendida sobre la almohada una sinfonía de otoño.

¡Hay una ciudad viviendo en tus ojos!

 

***

 

FEBRIL

(Aún no muero)

 

“No son lágrimas

las que descansan sobre las flores,

sino inmaculado rocío”.

 

Alargadas sombras

se mecen junto a la casa,

en un día donde el sol

prevalece sobre las nubes.

 

Tiempo de silencio,

de manos cruzadas,

implorando lluvia para

refrescar la piel ardiente.

 

Quejumbrosos cipreses

ni un respiro conceden,

a la acidez de la parca

que apremia los pasos.

 

Quizás mañana llegue

el esperado aguacero,

y arrase con las malvas

que en mi lápida florecen.

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