Adriana González Pascacio, mexicana, tixtleca de nacimiento, en resignificación actual de diversos procesos, expresa pensamientos, aconteceres y experiencias, a través de letras con trascendencia personal y las comparte en breves líricas.
Motu propio.
No quise adosar las sensaciones de seres etéreos a mi maleta negra.
Los confundí con mis 6/8 en los audífonos,
pero entendí que no era una confusión.
era parte de la irisación
en las altas nubes,
comprendí entonces las necesidades y libertades de creencias.
Haciendo al sonido parte de la intención empírica y sentirles presentes,
cobijados,
rumbo a escondrijos mal logrados, pero que forman baluartes,
sin extensión de explicarme
sentí mis venas afuera,
aterrizando mi herejía,
mis sentencias se invalidan.
Apareció el sepulcral sonido de un réquiem desconocido y seguido por consolación número uno;
di por bien servida,
mi aprehensiva eternidad.
No me quedó más que atestar
de pensares populares
lo que a la impalpabilidad sostiene;
buscando quien me condene
por creer en condenar.
No sé si entendí totalmente el libre culto en la gente,
dónde mi sistema límbico presente
se pregunta si todo esto es coherente.
Nadie me ha obligado a creer en absoluta nada…
En proceso y desmadejada
me encaro con mis idilios,
que de súbito aparecen
al subir esta montaña, llena de bloques y llamas
que paran hasta el estero
de dónde salió Morfeo
prorrumpido en largas lágrimas.
“Libre y voluntariamente”,
“por iniciativa propia”
creo en seres vehementes,
que de religión no tienen nada,
menos mal, me finqué en su mirada,
tibiamente inexistente,
que se mueve ambiguamente,
entre mis seres de nada.
Dialógico
¿Y qué va de la educación?
Hablando, discentes y docentes entre cambios no deferentes
que atraviesan a disimiles contendientes.
¿Contendientes?
Sí y permanentes,
porque en la lectura de la realidad
¿se aborda nuestra humanidad?
Hay que seguir la batuta, del sistema olímpicamente indiferente
¿qué es lo que somos?
Oponentes.
¿Qué es lo que hacemos?
Además de quedar bien jerárquicamente, disimular que esto no se come nuestra mente, nuestro consiente,
nuestro ser existente.
Seguir creyendo en el proceso nos ha mantenido a flote,
porque hacemos que esto importe.
No tengo el diario al día.
Olvidé mis planeaciones.
¡Vaya! Qué terrible situación, se te hará una observación, por docente irresponsable.
Pero ¿qué hay de los detalles?
¿Todo lo demás no importa?
Claro que lo administrativo es culmen de una buena praxis, según tus normas.
¿Pero qué tal si no?
¿Qué hay del currículum oculto?
¡Esto es un insulto!
Venga un acta administrativa.
Quién con su mano apunta, y sentado en su silla, gira.
Eso no es oficial se dice a lo lejos, si no lo tienes en hoja, nada están aprendiendo.
Uy, tengo variedad de asuntos; resolver lo administrativo, soportar algunos insultos,
a mí profesión, a mi práctica, porque las familias no están satisfechas, no quieren que sus hijos jueguen, no quieren que sus hijos rían, al parecer la alegría
es sinónimo de neofitez.
Vamos de nuevo, ¿otra vez?
¿¡Qué haces mal maestra!?
Te voy a poner una oreja, para enterarme de todo.
Ya te encontré el modo, voy a hacerles colapsar,
no me importa tu salud mental, de todos modos, poco a poco te vas…
Y entre todo el espesor
de prácticas genéricas
presionaré con todo el grosor, a quien piense diferente,
que no aliente más mentes, que no haga bulla intermitente,
Pasaré por alto tu talento
me fincaré en tu sufrimiento
terminará tu energía,
acaecerá tu mal humor…
¿De quién será la osadía?
De un sistema jerárquicamente opresor.

En el Club Poético de Irredimibles se dan cita poetas inéditos, poetas publicados, poetas amateur, poetas noveles, poetas profesionales, rapsodas y quienes se acerquen al mundo de la lírica en cualquier formato de la mano de Victoriano Campo y Laura Márquez.