Tres poemas de «Paris Berlín Roma» de Pedro Alcarria

Pedro Alcarria, (Barcelona, 1975), es escritor, traductor, gestor cultural y colaborador en la radio municipal de la ciudad de Castelldefels. Es autor de los poemarios “El dios de las cosas tal y como deberían ser”(2013)  y “Camada” (2021), elegido como uno de los mejores libros de poesía de 2021 por la Asociación de editores de poesía. También ha publicado poemas, reseñas y entrevistas en revistas como Zenda, República Digital, El coloquio de los perros, Casapaís, Radical 3 o Alga. En su faceta de gestor cultural fue coeditor del número 7 de la revista Tinta en la medianoche y coordina el Festival de poesía que cada año organiza Ediciones Vitruvio en Barcelona. Como traductor es autor de la primera traducción al español de “Las ciudades tentaculares”(2022) de Émile Verhaeren, y de una nueva versión de “Las flores del Mal” de Charles Baudelaire(2023). Su último trabajo es el poemario “Paris Berlín Roma” (Ediciones Vitruvio 2025).

París Berlín Roma explora diversos paisajes urbanos y estados anímicos. El poemario se propone como un análisis de la condición poética en el contexto actual, presentando un diálogo entre la experiencia individual y la tradición literaria. Una obra que reflexiona sobre el sentido de la creación poética en un mundo en crisis, en el que las ciudades se transforman en escenarios de una memoria a menudo angustiosa.

De repente las ciudades

Para Manolo Crespo, camarada de tribulación

De repente las ciudades tienen ese remordimiento culpable.
Y se estremecen como fugitivos ante una maliciosa indirecta.
El cuerpo se interna por caminos desiertos,
el horario de oficina sofoca el ritual.
¿Y vamos al supermercado o al abismo?
El loto apesta a lejía en los ascensores.

Berliner Mauer

Sólo los condenados a muerte son mis hermanos.

Para explicarle el ruido opresor a Berlín,
para exponerle la verdad del ser,
no basta con desnudarse ante los muros.

Hay que atravesar sus suburbios,
donde las hormigas nos juzgan a la salida de las fábricas,
saltar las empalizadas, cruzar los eriales
y las barricadas que abrazan las autopistas,
y todo lo que traza marcas de ira en los arbustos.

Hay que desistir de hacerse entender
en esta fiesta de siervos que declina.

Berlín es el rayo urgente en el aeródromo,
un paseo en bicicleta bajo el peso
de la condición humana.

Obstáculos, prohibiciones y excursiones dominicales.

Canciones en la roca,
reservorio de música en los túneles.
Insomnio del ideal desvanecido,
del signo depravado.

En los trenes U-Bahn, aplastados por su equipaje,
los viajeros se besan unos a otros
todo el camino hasta el hueso.

Berlín es el territorio del otro.

Sólo los condenados al olvido son mis hermanos.

El verso percute contra el muro
con incapacidad dolorosa.

Cualquier valor, cualquier victoria,
crece como hierbajo entre las grietas.

Tienes que escapar a otra ciudad,
al barril en la cima de la colina,
mi verdadero ser, genio suburbial,
tú, reflexión destrozada de Berlín,
arrogante, primitivo subsidio,
yo soy un hombre que ha hecho mal
en malinterpretar el porvenir, en
malinterpretar a la glotona muerte,
le gustan las clavículas, los hombros,
los nudillos, cuanto está afilado,
cualquier lugar donde pueda morar,
mirarte a los ojos y ahogarse.

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