Carlos Manzanera es un poeta y abogado que nació en  La Coruña aunque de manera accidental. Que reivindica raíces charras, por familia y devoción la  zona salmantina de la raya es su verdadera patria chica. Pero la realidad de su vida, de su formación y de sus inquietudes es Madrid, donde reside desde que puede recordar. En Madrid vive, sueña y escribe poesía y en el tiempo que le deja esta vocación trabaja como abogado y oficial de notaría.

     Después de toda una vida dedicada a la escritura, principalmente a la poesía, en 2023 ha publicado su primer poemario, con la editorial Loto Azul, que lleva por título “Prolegómenos de la nada”

  I

SIROPES AMARGOS

He probado los lentos placeres que procuras,
siropes amargos servidos en cucharillas de plata robadas en mi alma.
Salió cruz en la apuesta.
Tu equipaje en la puerta se sincera mejor que tú.
Al cabo, me tendré que acostumbrar a tu pertinaz ausencia,
nunca supe elegir
entre la sequía de tus ojos o la humedad en los míos.
Tú elegiste los dos.
Y ejecutaste sin piedad tu severa sentencia.
                                          





                                       II

SAL EN MIS HERIDAS

Sólo pido que no derrames sal en mis heridas:
no puedo amar
si lo amado es tan frágil
como un terrón de arena que se deshace al tocarlo.
Y por eso amenazo con soñar otra vida,
ajena a cualquier pálida esperanza,
moldeada con paciencia por mis manos encallecidas.
Junto a ti habré de habitar en el país
donde sólo se escuche la sincera voz que nos engaña.
Y, aunque regrese a mí el deseo de abrazarte,
no atenderé más aquellas promesas
engendradas en la impaciencia de la soledad.
Y, si de mis labios nace un susurro cargado de intenciones,
lo apagará un rumor de palabras hueras,
sólo será una flor aislada en una primavera prestada.




                                               III

INCANDESCENTE

Incandescente.
Como dos tizones de topacio
tu mirada me abrasa.
Me corta en dos como un diamante
que refulge en la noche.
Frontera rectilínea
del horizonte del amanecer.
Lo que fui quedó escindido
en una perfecta línea quebrada;
de un lado la esperanza,
del otro yo.

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