La vuelta al día en ochenta mundos es un libro de Julio Cortázar publicado en 1967. Lo construye con textos e imágenes a modo de almanaque, ofreciéndonos su visión del mundo, del arte y de la política. Cortázar escribió lo siguiente sobre este libro: “A mi tocayo le debo el título de este libro y a Lester Young la libertad de alterarlo sin ofender la saga de Phileas Fogg”.
Esto es lo que me sugiere este título:
La Vuelta al Día en Ochenta Mundos
Nosotras somos viajantes como Loman, el personaje de Arthur Miller. Elegimos esta profesión porque nos atraía la posibilidad de conocer nuevos lugares.
¿Quién no ha soñado con ir a la Grecia de Platón, al Egipto de Cleopatra o la Florencia de Leonardo?
Loman tuvo que suicidarse para conseguir su propósito. A nosotras nos ayudó el invento de nuestra madre, una mujer extraordinaria que nadie ha vuelto a ver porque se perdió perfeccionando su invento.
Gracias a ella, hoy hemos estado en ochenta mundos y nos ha sobrado tiempo para tomar unas cervezas en el porche y atrapar aceitunas al vuelo con la boca, durante horas.
Los celos de Cleopatra nos impidieron conocer a Marco Antonio. Platón no quiso salir de la caverna. Del Renacimiento escapamos por los pelos, nos acusaron de brujería.
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