Tres poemas de “Desvestir el cuerpo” de Jesús Cárdenas

“Desvestir el cuerpo” (Lastura, 2023) supone el octavo poemario para su autor en una breve pero prolífica trayectoria comenzada en 2012.

Jesús Cárdenas (Sevilla, 1973) es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla.

Hasta la actualidad es autor de los libros de poemas: La luz de entre los cipreses (Sevilla, 2012), Mudanzas de lo azul (Madrid, 2013), Después de la música (Madrid, 2014), Sucesión de lunas (Sevilla, 2015), Los refugios que olvidamos (Sevilla, 2016), Raíz olvido, en colaboración con el artista plástico Jorge Mejías (Sevilla, 2017) y Los falsos días (Granada, 2019).

A continuación, tres poemas de Desvestir el Cuerpo (Lastura, 2023)

COMIENZA EL RITO
y hasta aquí nos empujan estos versos,
a menos que despojes lo que sobra
y caves surcos explorando
tras cada hueco que dejan las palabras.
No pienses que se trata de un envite.
Sólo resurge lo que fue verdad
cuando se mira hacia adentro.
Cerca del precipicio, una voz insiste
en recorrer
un camino ya transitado.
En este lugar el cuerpo pensante
retoma pertenencias, los combates también,
y acaricia el rostro de lo vivido
tomando conciencia de que la memoria
disimula cualquier registro.
Por salir a la luz ya nos celebra


DESVESTIR EL CUERPO,
admirar la desnudez
y escuchar el pálpito de la sangre
en el silencio hogareño. Reflejar
un ritmo tranquilo, interiorizado,
que nos descubra
el acorde de carne y agua que hay en nosotros.
Sentir entre los huesos,
el tiempo y la palabra. Nada de fingir.
Contemplarlo fuera de la cáscara.
Dejarlo en medio de un blues, descarnado.
Todo expuesto sin hojas ni ramajes
ante la muda sucesión del tiempo.
Mostrar no ya la piel sino los huesos,
esos huesos que quieren ser poemas.


TODO LLEGA HASTA DONDE VAN LOS RÍOS,
allí donde picotea la gaviota.
Es la única verdad.
Adonde vas no hay pretiles ni alambres,
ni ardor en el cuerpo,
ni tampoco la savia que enciende las noches;
sólo corrientes que lamen heridas,
afilan las piedras y los cantiles,
tan solo la forma de alzar la sombra.

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