“Memoria del frío” la poesía reunida de Ricardo Ruiz Nebreda

Ricardo Ruiz Nebreda (Burgos, 1963) es poeta y periodista. Ha publicado los libros de poemas Kilómetros de nostalgia (2000), Tatuajes (2002), Labores de rescate (2003), Estación lactante (2006), El hombre crepuscular (2009), Los vencidos (2012), Caligrafía del silencio (2017), La condición humana (2019) -que obtuvo elXX Premio Paul Beckett de Poesía-, Animal de invierno (2023) y Memoria del frío (2024).

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, es autor de numerosos artículos de opinión y de crítica literaria en diversas publicaciones especializadas, revistas culturales y medios de comunicación, entre otros Diario de Burgos, Cadena COPE y Radio Arlanzón.

Asimismo ha ofrecido recitales y lecturas poéticas en el Círculo de Bellas Artes, Ateneo de Madrid, Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos (TAI), así como en centros educativos, bibliotecas y otros espacios culturales.

En 2002 coordinó la antología de poetas burgaleses Con voz propia. Poetas de Burgos (vol. II) y su obra está incluida en distintas antologías de poesía española contemporánea. Ha colaborado también en diversas revistas de creación literaria como Cuadernos del matemático, Prima Littera, Piedra del Molino, Biblioteca, Cuadernos Telira y Artesa (2018).

Ricardo Ruiz Nebreda ha tenido la amabilidad de compartir con los lectores de Irredimibles varios de los poemas que se recogen en Memoria del frío (Vitrubio, 2023) que reúne su obra poética desde 1980 a 2023, además de algunos poemas inéditos. Una andadura poética que ha gravitado en torno a dos ejes medulares: la memoria y la esencia íntima del hombre.

Un universo poético que -desde la elegía a la celebración, desde la melancolía a la revelación tratando de explorar los claroscuros de la vida, sus luces y sus sombras- ha reflexionado sobre el paso del tiempo, el poder evocador de la memoria, la realidad cotidiana, el latido amoroso, el sentimiento de pérdida y desposesión, la recuperación de la infancia o las vivencias y recuerdos familiares.

El volumen recopila los poemas publicados en los libros Kilómetros de nostalgia, Tatuajes, Labores de rescate, Estación lactante, El hombre crepuscular, Los vencidos, Caligrafía del silencio, La condición humana (Premio Paul Beckett de Poesía 2018) y Animal de invierno.

Poemas de Memoria del frío

LOS VENCIDOS


De niño atravesaba el invierno en busca del mar de mis veranos. Desayunaba olas de azúcar en la cocina. Mis padres me amaron como sólo aman los padres. Los Reyes Magos trepaban a mis ojos por escaleras de nieve. Los westerns eran mi escuela y la literatura el revólver que disparaba poemas. Los amigos me saludaban ya entonces con la mano de las despedidas. Viajaba por las carreteras soñadas de mi habitación. El mar vivía tan lejos que podía tocarlo con los dedos de la distancia. La vida corría como una bestia en celo. Hoy he atravesado demasiados veranos hacia el crepúsculo de mi corazón. La noche se ha instalado sobre mis hombros de calcio y siento un profundo escalofrío en mi pecho de nieve. Soy ese tipo feo, flaco y formal que interpretaba películas de vencidos en el espejo de mi habitación.




LA GRAN BELLEZA

Qué día tan bello que sólo dura un día.

En el desierto la sed tiene forma de lago.
El espejismo amarillo de un vaso de agua.
El sol me aplasta pero me hace arder.

El estiércol es mágico si lo miras desde la azotea de un palacio.
La montaña toca los pechos del cielo.
Las manzanas son las orejas de un árbol.

La flor de cactus duerme sobre el pecho de madera de Tom Doniphon.
El viento juega con el pelo rojo de Maureen O´Hara.
El mar nada dentro de los ojos de Jep Gambardella.

La sonrisa desdentada de un niño que corre por el paraíso.
La noche viste un escotado traje de estrellas.
El crepúsculo cierra los párpados azules de la ciudad.

Qué día tan bello que sólo dura un día.






APUNTES DE VIAJE. CIUDADES DE CENTROEUROPA



Me pregunto qué cenarán esta noche en las casas de Praga,
qué temperatura tendrá la isla de Kampa al amanecer,
quién recordará la respiración nocturna de Holan.
La ciudad aún conserva el olor de la antigua primavera.
Agosto se desploma entre los puentes
como candados cerrados al olvido.
Los puentes seccionan el vientre de la ciudad
como los nervios de un cuerpo humano.
El río es una océano de memoria y melancolía.
Los mendigos custodian los tesoros de las aguas.
Los jóvenes beben y bailan en barcos fluviales.
Los turistas aplastan el asfalto como carros de combate
y se mecen sobre las aguas como patos salvajes.
La carretera es verde y huele a lúpulo.
Es tan cercana la belleza que la toco con mis dedos.
Paseamos por las históricas ciudades de Centroeuropa
pero me basta mirarte para saber dónde descansa la belleza,
la felicidad de las calles, la luz del mundo.
Atardece en Praga, en Viena, en Budapest.
Atardece en la vieja Europa
Atardece en mi vida y en mi corazón.
La sonrisa desdentada de un niño que corre por el paraíso.
La noche viste un escotado traje de estrellas.
El crepúsculo cierra los párpados azules de la ciudad.
LEYENDO A ROSILLO

Agosto escribía su nombre en las calles.
Sentado junto a la ventana
yo leía poemas de Rosillo
mientras en las habitaciones contiguas
mis hijos también leían en silencio.
De repente un pequeño pájaro
se posó en el alféizar de la ventana
y comenzó a cantar durante unos segundos
congelando el lamento del mundo.
Tras reanudar su vuelo
sentí que en aquel instante fugaz
cabía la música de la vida


SIN TITULO

(De La condición humana)

Recuerda todo lo que la vida
te brindó y todo lo que ardió
en el fuego del olvido
antes que el viento esparza
tu bella colección de cenizas

AL FINALIZAR EL DÍA


Al finalizar el día
¿De qué sirve llorar? ¿De qué sirve soplar el fuego?
La noche avanza como un tren sin pasajeros que atraviesa en silencio la ciudad.
La luz del ocaso tiene la belleza cosida a sus ojos.
Las casas bajan las persianas reclamando soledad.
Las últimas ventanas abiertas cierran los párpados.
El camión de la basura comienza su trabajo.
En alguna casa cercana alguien hace el amor con la luna entre las piernas.
En las habitaciones arde la nieve como el horno de una fábrica.
Al finalizar el día
¿De qué sirve llorar? ¿De qué sirve soplar el fuego?
En un jardín cercano se escucha una batalla de grillos.
La tormenta amenaza con organizar una fiesta eléctrica.
Los profetas proclaman sus dogmas en los noticiarios nocturnos.
Una mujer plancha sus recuerdos como ropa limpia.
La voz de la radio es su único bastión frente al silencio.
En las casas adineradas los sirvientes recogen los vasos de whisky.
Los señores se desnudan a trompicones en sus alcobas.
En las casas de la pobreza una madre guarda un trozo de pan para el desayuno.
Al finalizar el día
¿De qué sirve llorar? ¿De qué sirve soplar el fuego?
Un pájaro sobrevuela la calle y busca su nido.
Los pies del río tropiezan con el cuerpo del mar.
Un libro se queda abierto en el regazo de un niño dormido.
Mañana será un día soleado y caluroso.
La luz abrirá la boca al final del túnel.
En la calle se escuchará el sonido del mundo.
En las casas se escuchará el sonido de los aspiradores.
Los ancianos agotarán los rayos de sol en los parques.
VIDA


Al otro lado de la puerta un ejército
de ángeles te espera con los brazos abiertos.
El cielo se abre a tu paso y las nubes cierran los ojos.
Los niños sonríen en sus cunas y los abuelos babean de felicidad.
Introduces la mano en el corazón de la tierra
para sentir la raíz profunda de su cuerpo.
Al otro lado del mar hay un faro que te guía en la niebla
cuya luz resplandece señalando tu destino.
Es la vida que te muestra el camino. Nada más importa.
El río dibuja su camino de agua hacia el mar.
Las montañas acarician el pecho de las estrellas.
El amanecer cubre tu cuerpo con una sábana de fuego.
Como una blanca epifanía. Nada más importa.
Tras los cristales un coro de pájaros silba
canciones festivas y el viento toca la guitarra en las calles.
El sol estalla en las ventanas del mundo.
La vida es el mejor diagnóstico, el mayor milagro, la única bandera.
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