NO
Victoriano Campo

no estuve en San José de la Montaña,
no ascendí por las escalinatas del Perpetuo Socorro
llevándote fresca en flores de plegaria,
ni mis labios pronunciaron tu nombre cuando oraba,

no creí cien veces que tu rostro era el rostro 
de una mujer que me cruzaba en la calle,
ni supuse que tus ojos me miraban curiosos
sentado en la piedra del banco de la plaza, 

no soy el que sueña constelaciones 
a partir de la ubicación exacta de tus pecas,
según las coordenadas de tu cara,
ni el que peca en la cama de pensamiento ni de palabra, 

porque el verdadero pecado es la omisión
y ya lo sabés, no puedes no saberlo,
jamás me cansaría de negarlo:
no estuve en San José de la Montaña.

PRIMAVERA UNA VEZ MÁS
Verónica Avilés Calderón

Habito en la comisura del tiempo.

Los segundos tintinean
en su paso por las rocas.

La explosión de luz
en la gota de agua
despierta raíces,
profana sonrisas sepia.

Detrás de mis pupilas
se resguardan los truenos.

La hoja caída
que el viento olvidó besar
se rinde a su ahora:
pastoso y difuminado.

El aleteo de la libélula
canta otra vez primavera.

Parpadeo y ya no sigo igual.

UNA PARTE DE MI
Marisol Moreno

Una parte de mí es un buey salvaje,
al que le encanta jugar por campos
de manzanilla escarchada,
de violetas turgentes.

Una parte de mí 
me lleva a lugares 
todavía no construidos, 
inexistentes.

Una parte de mí 
me despierta muy temprano
con ímpetu de niña
en fiesta de cumpleaños.

Una parte de mí
disfruta lo cotidiano.

Una parte de mí 
me hace reír 
cuando voy sola 
por la calle.



Una parte de mí 
me guía en silencio
a la escritura 
de estos versos.

Una parte de mí
me trae siempre del huerto
con escaramujos en el pelo.

Una parte de mí 
no deja que me pierda
en redes ni datos.

Una parte de mí
ha pasado de ser una bolita
en vientre ajeno
a ser su propia madre.

Una parte de mí
vuela alto
y sin red.

Una parte de mí
ve tesoros de Asia
en los lugares más cercanos.

Una parte de mí
se cree que es la parte entera.

EL ÁNGEL
Ginimar de Letras

Cuando le abrazo
me tiño de luz. 
Mis manos quedan marcadas. 
Brilla mi cara 
en la oscuridad. 

El ángel no tiene rey,
reloj ni calendario. 
No es posible concertar 
una cita con él.

Sin embargo,
como todo lo extraordinario,
ama los espacios abiertos
y allí le encuentro. 

Cielos, bosques y campos 
se expanden 
por el universo literario.

ÁRBOL
Atalanta

Siempre me siento 
frente al mismo árbol.
Solo consigo leer cuatro palabras
al notar su mirada verde 
clavada en mí. 
Entonces soy yo la que le observa. 

Si voy temprano
se despereza cargado de rocío.
Me encanta su requiebro 
cuando los pájaros le inundan de caricias, 
y el baile que ejecuta 
cuando no puede resistirse
al rap canalla de los mirlos.

Más tarde,
bañadas por el sol,
sus ramas
cuál cabellos de sirena,
expanden su aroma por todo el parque.
Veo mis sueños 
flotando sobre su copa
libres y dorados.
Y en el amarillo del sol aparecen
un trigal y un limonero. 

En las noches de luna
me escondo tras su tronco
para que no me echen del Retiro.
Éste no es mi segundo hogar, sino el primero.
Esperamos abrazados a la luna plateada
y no sé cómo consigo, 
desde arriba, verlo junto a los demás árboles 
como cúpulas de catedrales de plata que atraviesan las nubes
en comunión con la ciudad que duerme. 
Me deslizo hacia el centro de la tierra y están ahí, 
las raíces de todos los árboles del mundo, enredadas, confundidas, fusionadas.
Ya sé porque mi árbol no sabe de derrotas ni de olvido.
Grito: ¡quiero ser árbol!

Le abrazo buscando que comparta su latido conmigo.

UN PRÓLOGO DE NUEVE MESES
Pablo Llanos Urraca

En una habitación en la que la luz
se cuela por la persiana y pinta
trampantojos en las paredes,
me despierto bostezando lo que soñé mañana:
un somier de pentagramas en un campo
de mangos azules y cielos de confitura de sauco,
deseos rebozados de corn flakes.

ÚLTIMO:
Ventanas con paisajes dibujados al temple
tras la veladura que la luz del amanecer
extiende sobre ellos.
Declaraciones de amor
crepitando en la cafetera. 

TERCERO:
Análisis de sangre azul
en un parque helado donde
un columpio solitario
pierde el tiempo.

Menos, de los de echar.

Incógnitas descongeladas
entre juguetes sin vida.
 
SEGUNDO:
Me despierto bostezando
hasta la primera papilla
en un sueño ajeno.

Terminales abarrotadas
de planes y llegadas y tostadoras
que escupen calcetines desemparejados.
Entre caricias blancas,
en un equilibrio posible,
pan recién enamorado.
Soles disparados hacia el este
me ponen los lunares de punta
en un tren camino de arenas
con olor a anís.
 
POR PRIMERO:
Con hambre de besos:
Eclipses de lunar.
Sueños rodeados de una membrana gelatinosa.
Ecografías a todo color.
Un prólogo para la historia de este día.
Dos kilos y ochocientos gramos de futuro.
Tripas hinchadas de ternura.
Vida.

P O E S Í A
Laura Márquez

Esclava consecuencia de la libertad 

te guardo como se guarda al miedo 

allí donde mi voz cae     y nace 

la gris imagen de nuestra semejanza.

Todas las imágenes que ilustran estos textos son cuadros de la pintora koreana Nam Kyungmin

Un comentario en «Día de la poesía 2023»

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